No existe propiamente dicha una ideología franquista como si las hubo en los casos de la
Alemania nazi o la Italia fascista.
Parece claro que Franco tenía claro lo que España no debería ser: oposición a la libertad de
expresión y a los partidos en nombre del antiliberalismo que conducía a la disolución social y,
en último término, preparaba la llegada del comunismo, el verdadero causante de la guerra
civil y de las dificultades que el Franquismo encontraba en el exterior. Denuncia hasta los
años 60 de un pacto entre la masonería (asimilada al liberalismo y la democracia) con los comunistas para acabar con su régimen. Y todo ello en una época de división del mundo en
dos bloques representados por los supuestos aliados contra Franco.
Los grupos que le apoyaban procedían de distintas ideologías aunque tenían rasgos en
común: tradicionalistas, sobre todo carlistas, juanistas, bastante dependientes de Acción
Española, falangistas y otros varios de acuerdo en instaurar un régimen social cristiano,
basado en la caridad de los ricos y la paciencia de los pobres.
De este último grupo surgiría la Asociación Católica Nacional de Propagandistas de acuerdo,
como todos los anteriores, en la confesionalidad y el autoritarismo y en un nacionalismo
español excluyente de cualquiera que pretendiera derechos propios. Hablaban de buscar el
orden social en la defensa de la familia y la propiedad privada aunque defendieron el
intervencionismo en sectores clave y siempre todo desde una perspectiva antiliberal y
anticomunista.
Había matices que les diferenciaban entre sí como el monarquismo y cierto interés en la
representación de municipios y regímenes históricos (carlistas) monárquicos autoritarios
(juanistas) , fascistas, aunque siempre sometidos a Franco una vez desaparecido su
fundador (falangistas), católicos y con cierta experiencia administrativa previa a la guerra
(ACN de P) $que afirmaban buscar una apertura del Régimen desde dentro, lo que
provocaba cierta inquietud en los otros, aunque estuvieron con Franco hasta el final. Y, en fin,
grupos profesionales sin adscripción política clara pero sí autoritarios, anticomunistas,
antiliberales y sobre todo, muy fieles a Franco caso de los jefes y oficiales del ejército y los
miembros del clero.
El temor a una nueva guerra civil y la represión y el miedo que cundió entre los republicanos
supervivientes produjo una gran estabilidad interior: el orden público y un ejercicio estricto de
la autoridad junto al catolicismo del régimen sentarían las bases del apoyo a Franco.
Así entre los pequeños y medianos propietarios agrícolas a los que, además, se añadía el
gran respeto por la propiedad, de Castilla –León , Cantabria, Navarra… pero también de
Valencia o Alicante. También apoyarían a Franco las clases medias urbanas de las pequeñas
y medianas ciudades que no estaban en condiciones de exigir nada que no fuera trabajo y
fuertemente desmoralizadas por la derrota cuando no fieles apoyos de Franco.
Especialmente importantes serían los empresarios y financieros, el clero y el ejército mucho
menos numerosos (más de la mitad de la población vivía en el campo)pero con una
capacidad mayor de estabilizar el régimen.
Los militares aseguraban materialmente la fuerza y su presencia se hacía sentir en toda la
sociedad con el desarrollo de una mentalidad y disciplina jerárquicas, el apoyo popular por
los desfiles y los uniformes, etc. Dentro de ellos había diferencias pero todos acababan por
apoyar a Franco por más que fueran tradicionalistas (Varela), falangistas (Yagüe) o juanistas
(Vigón). Apreciaban de él su capacidad para defender España y si bien no eran los creadores
de la teoría del caudillaje sí la aceptaron entre otras cosas porque se vieron muy favorecidos
por ella: hasta 1945 el 45% de los nombramientos ministeriales fue para militares y un 36%
de los altos cargos políticos. Sus salarios no eran muy altos pero tenían grandes ventajas
cotidianas: casas propias, economatos donde encontraban productos que sólo había en el
mercado negro, colegios especiales, asistentes gratuitos.
El otro gran grupo fundamental en el primer momento son los clérigos especialmente
agradecidos a Franco pues, en muchos casos, les había salvado, literalmente, la vida . El
Estado, además, reconstruyó los templos y los colegios, se proclamó confesional y prohibió
otras religiones, hizo obligatoria la enseñanza de la religión, e, incluso los arzobispos y el
primado fueron consultados para la política a seguir que ellos estimaban debiera ser
contraria a los nazis condenados por el Papa. En general se facilitaba la llegada del mensaje
cristiano a los hogares a través de los medios de comunicación social aunque a riesgo de
identificarse con el Régimen y hacer del antifranquismo un anticlericalismo, al menos en esta
primera fase.
La evolución política de la dictadura franquista durante el periodo que va del final de la guerra
civil (1939) al plan de estabilización (1959), está fuertemente condicionada por la evolución
de la política exterior. El apoyo recibido por las potencias del Eje durante la Guerra Civil y el
inmediato estallido de la II Guerra Mundial determinó el alineamiento del régimen a favor de
éstas y el modelado, bajo fórmulas fascistas, del nuevo Estado. Los avatares de la guerra
llevaron a España a adoptar una posición inicial de neutralidad en el conflicto –aunque con
profundas simpatías por las potencias fascistas con las que se unirá en el pacto anti-
Komintern en 1939–, para pasar en 1940 a una no-beligerancia cercana a la intervención –en
un modelo semejante al seguido por Italia en su entrada en la guerra–, retornando en 1943 a
la neutralidad, como consecuencia de los avances militares de los Aliados. El triunfo de las
potencias democráticas y de la URSS en la Guerra Mundial provocó el aislamiento
internacional del régimen, cerrándose su frontera con Francia en 1946 y siendo condenado
por la recién nacida ONU ese mismo año. Como consecuencia de esa condena, los
embajadores extranjeros abandonaron Madrid, con la excepción de Irlanda, Suiza, Portugal,
Argentina y el Vaticano.
Con posterioridad, el enfrentamiento entre los antiguos aliados durante la Guerra Fría
permitirá al régimen de Franco salir de su postración internacional, valorándose su decidida
posición anticomunista. España firmará unos convenios de defensa con los EEUU en 1953,
el mismo año en que se signará un nuevo Concordato con la Santa Sede y en el que se
levantará la resolución condenatoria de la ONU, organización en la que España entrará en
1955.
Todas estas circunstancias tendrán su reflejo en la organización política y legal del régimen.
El conjunto de Leyes Fundamentales del franquismo no responden a una determinada
concepción del poder, sino que más bien son el intento de adecuar la organización legal del
Estado a las circunstancias del momento. Durante la Guerra Civil y hasta 1942, la legislación
franquista va a mostrar los vínculos que unían al régimen con el fascismo. Así, El Fuero del
Trabajo de 1938 definía a España como un Estado nacionalsindicalista, el ideal de Falange,
regulaba las relaciones en el mundo del trabajo y creaba el Sindicato Vertical, modelo fascista
de sindicación que reunía a empresarios y trabajadores en una misma organización y que fue
entregado a la Falange. Junto a esta norma, el periodo comprendido entre 1939 y 1942 vio
la consolidación legal de un duro sistema represivo por medio de las leyes de
Responsabilidades Políticas (1939), de Represión del Comunismo y la Masonería (1940) y de
Seguridad del Estado (1941).
La evolución de la II Guerra Mundial favorable a las posiciones aliadas, determinó el
abandono de las formas fascistas y el intento de asemejar el régimen a las triunfantes
democracias norteamericana y británica, sin renunciar por ello Franco a su poder personal.
Así, en 1942 se aprobará la ley constitutiva de Cortes, que pretendía dar la imagen de una
división de poderes y de representatividad social creando unas Cortes con más de
quinientos procuradores, la mayoría de ellos nombrados directamente por el dictador.
El resultado del conflicto mundial forzó al franquismo a insistir en su intento de homologarse
con las fórmulas democráticas. En 1945 se aprobará el Fuero de los Españoles, en
apariencia una declaración de derechos, pero que sancionaba un régimen autoritario, de
carácter confesional y derechos limitados. También se aprobará ese año la Ley de
Referéndum, tratando de demostrar que en España estaba reconocido el sufragio universal.
Utilizando esta ley, se sometería a referéndum la Ley de Sucesión, que declaraba a España
reino, confirmando a Franco como Jefe vitalicio del Estado y otorgándole la posibilidad de
designar a su sucesor a título de rey. La ley sería aprobada por más del 93% de los votantes,
con apenas un 18% de abstención, en una votación donde se recurrió al «pucherazo».
Una vez superado el aislamiento, consecuencia de la cercanía del franquismo a las potencias
del Eje, el franquismo recuperaba parte de la retórica falangista en la Ley de Principios del
Movimiento Nacional de 1958, donde se definía a España como una «unidad de destino en
lo universal», una monarquía católica, social y representativa. «La Falange había ido
disolviéndose gradualmente en el Movimiento, definido no ya como un partido único, sino
como una “comunión” de principios, integradora de la pluralidad del régimen », en palabras
de Juan Pablo Fusi.
Cinco son las etapas que Juan Carlos Pereira y Pedro Martínez hacen de las relaciones
internacionales hasta 1957. En ellas se amalgaman lo interior con lo exterior y éstos con la
economía. Éstas serán: 1935-45: firme alineamiento con las potencias del Eje. Estructura
autoritaria y modelo económico autárquico. Oscilación entre neutralidad y no beligerancia
con una intervención directa en el conflicto mundial. En abril y mayo de 1944, ante el cambio
en la guerra a favor de los aliados, Franco se inclina hacia estos últimos.
1945-1949: a pesar del cambio y por su antigua inclinación fascista, el Régimen es
condenado a un duro aislamiento internacional especialmente en los cinco años que siguen
a la finalización del conflicto. Franco se ve obligado para mantenerse a cambios importantes
como la configuración del país como un reino y el mayor peso de los católicos sobre los
falangistas. La Guerra Fría cambiará la actitud hacia España.
1950-1953: el eje Madrid-Roma-Washington se convierte en objetivo prioritario del estado
español al que ayuda mucho la actitud norteamericana influida por el contexto internacional.
El Régimen se liberaliza progresivamente desde el punto de vista económico y todo ello
permite la firma de dos tratados internacionales: el Concordato con el Vaticano (agosto 1953)
y los pactos económico militares con los Estados Unidos (septiembre de 1953).
1953-1957: España, tras la doble firma, inicia una campaña para ingresar en los organismos
internacionales culminada con el ingreso en la ONU en 1955. Además soluciona el problema de Marruecos con la independencia de este territorio y relanza con fuerza la cuestión de
Gibraltar.
El exilio.
Se caracteriza por las siguientes notas:
a. Defensa de la legalidad republicana.
b. Único exilio masivo español hacia Latinoamérica tras las independencias del s. XIX.
c. Exilio del pueblo pero también del gobierno y las instituciones que no se disolverán hasta
el 21 de junio de 1977.
Encuadrado dentro de otros típicos de la Europa del s. XX como el que sigue a la subida al
poder de los fascismos italiano y alemán o a la revolución soviética. Se diferenciará de ellos
por la resistencia de los españoles a perder sus señas de identidad.
Elevado nivel cultural especialmente en los campos de la ciencia y la poesía (casi toda la
generación del 27 forma parte de él: Cernuda, Salinas, Alberti).
Francia y México son los dos puntos clave en el destino de los españoles de tal forma que se
ha hablado de dos exilios distintos: el francés popular (emigración obrera y sindical) y el
americano, pequeño-burgués con el que se relacionan la mayor parte de los intelectuales
exiliados.
Igualmente los emigrados a ambos países pasan por una situación distinta: en Francia llegan
a campos de concentración y toman parte activa del conflicto europeo al integrarse en la
resistencia contra los nazis. Cuando acaba la Guerra, los supervivientes rehacen su vida en el
Sur del país.
En México el presidente Lázaro Cárdenas, que apoyaba el gobierno de la II República y no
reconoció nunca a Franco, les hizo un gran recibimiento creando incluso centros académicos
y docentes para que los exiliados pudieran ofrecer una importante aportación intelectual.
A pesar de ello ambos exilios tienen un objetivo común: restablecimiento en España de la
libertad y la democracia. Este proceso pasa por cuatro fases:
a.1939-1950: dos polos fundamentales: Negrín en Londres y Prieto en México. Consiguen
que el reconocimiento oficial no caiga del lado de Franco.
b.1959-1962: reconocimiento internacional del régimen franquista.
c.1962-1969: colaboración entre exiliados y oposición interior al régimen de Franco. Por
ejemplo a través de revista , muchas de las cuales se editaban en París como los Cuadernos
del Ruedo Ibérico. Por la evolución de las protestas en España, el exilio pasa a depender de
la oposición interior.
d.1969-1977: se va recuperando lentamente el exilio con la vuelta a España de los que se
marcharon. El 21 de junio de 1977 se disuelve el gobierno español en el exilio.
lunes, 12 de abril de 2010
14.6. La dimensión política e internacional del conflicto. Las consecuencias de la guerra.
El primer efecto del golpe de estado de julio del 36 es la caída del gobierno de Casares
Quiroga que se produce como consecuencia de divergencias en el seno del Frente Popular y
entre éste y los más radicales sectores de las organizaciones obreras por la necesidad o no
de que se armaran a éstas para parar el golpe de los militares, algo que se acabaría
haciendo para disgusto de los partidos menos radicales del Frente Popular.
Se produce así una dualidad de poderes en el país: por un lado el formal en las instituciones
republicanas y el real en manos de sectores anarcosindicalistas, socialistas y comunistas
radicales y armados. La llegada al poder de Francisco Largo Caballero en septiembre del 36,
procedente del ala izquierda del PSOE y la UGT supone reorientar esta dualidad hacia un
solo poder legítimo, democrático y parlamentario que permitiera afrontar una guerra a largo
plazo.
La primavera del año siguiente, 1937, trae importantes enfrentamientos en Cataluña entre
anarcosindicalistas y trotskistas (POUM) por un lado y los partidos sustentantes del gobierno
de la Generalitat que conseguirá imponerse a ellos. Consecuencia de esta pugna interna es
también la sustitución de Largo Caballero por Negrín al frente del gobierno republicano.
La entrada de éste significa el predominio práctico de los comunistas en el gobierno que son
los que marcan la pauta priorizando la victoria en la Guerra sobre cualquier tipo de
consideración. A pesar de ello Negrín intentó, también, acabar con el conflicto en sus
famosos 13 puntos de mayo del 38 que iban desde la amnistía y la salida de las tropas
extranjeras a reformas sociales como la agraria. La oposición a la idea comunista iría
creciendo también, sobre todo en la zona centro como se vería en el golpe Casado-Besteiro,
especialmente después de la batalla del Ebro.
El fracaso parcial del golpe de estado obligará a los militares a organizarse por lo que crean
una Junta de Defensa Nacional, presidida, significativamente por Cabanellas, el general de
mayor rango: se procederá, entonces, a destituir a todos los cargos públicos republicanos y
a disolver partidos políticos y sindicatos.
A pesar de esta unificación había tres focos de poder bien diferenciados: Franco y el ejército
de Africa, Queipo de Llano máximo dirigente en la zona Sur y Mola, organizador y dirigente
en el Norte. De aquí se pasará al ascenso de Franco a la Jefatura del Estado hecho
producido sin excesivos problemas (aunque con ciertas dosis de intriga política) ya que éste
disponía del ejército más decisivo, el africano; contaba con el apoyo de los generales
monárquicos una vez fallecido Sanjurjo el destinado a dirigir la rebelión y, además, se
pensaba que la duración de la Guerra sería corta.
Llegado así Franco, en septiembre del 36, a la Jefatura del estado pronto encaminó sus
pasos a construir un “Nuevo Estado, disciplinando los partidos existentes en la zona e iniciando un culto personal traducido en su denominación como “caudillo” de las tropas
sublevadas.
El hecho más importante en esta primera etapa será la constitución del partido único. En
este nuevo partido Falange jugará un papel fundamental: había movilizado voluntarios al
frente y la retaguardia, utilizaba la prensa y la propaganda y finalmente era imprescindible
para mantener el contacto con fuerzas del exterior en Alemania e Italia, puntos donde se
aprovisionaba Franco de armamento militar.
Así en los primeros meses de 1937 Franco da un decreto unificador creando la Falange
Española Tradicionalista de las JONS bajo su propio mando, excluyendo de paso cualquier
otra formación política e, incluso, eliminando cualquier disidencia interna en el seno de los
partidos fusionados.
Cuatro son las etapas que se pueden distinguir en la actuación extranjera en la Península:
Julio-septiembre del 36: se caracteriza por la desigualdad: mientras que los alemanes e
italianos apoyan rápidamente con hombres y material a Franco (aviones alemanes ayudan a
traer a la Península las tropas profesionales españolas y los musulmanes del Norte de África
(75.000 hombres) básicos para el avance del ejército sublevado), los teóricos apoyos de los
republicanos, las democracias de Francia y Gran Bretaña promueven el Comité para la no
intervención cuya misión teórica era impedir que se cumplieran los embargos de armas y
hombres, comité que resultó ser una farsa ya que la mayoría de sus integrantes eran los que
mandaban hombres y materiales a la Guerra
Septiembre del 36-enero del 37: hay una mayor igualdad de ayudas que ahora son muy
importantes: 8.000 soldados alemanes (entre ellos los célebres aviadores de la Legión
Cóndor) e italianos para los rebeldes; entre 20 y 35.000 (según autores) miembros de las
Brigadas Internacionales (la mayoría miembros reclutados por los partidos comunistas
europeos destacando por su número los franceses) que contribuyen decisivamente a que el
gobierno no pierda Madrid lo que hubiera supuesto el final rápido de la Guerra. Es la época
en que en este bando aparecen los consejeros soviéticos, escasos en número pero que
tienen mucho poder ya que son los barcos de su país los que traen la principal ayuda a la
República.
Enero del 37-julio 37: se incrementa el número de italianos que llegó a ser de 40.000
estables. Se les denominaba CTV (Cuerpo de tropas voluntarias, aunque muchos no lo eran)
y participaron en batallas tan importantes como la que se libró en Guadalajara para cerrar el
cerco de Madrid. En el bando republicano se mantiene la ayuda soviética mientras Francia
cierra su frontera con España impidiendo la llegada de ayudas.
Julio del 37- abril del 39: la frontera se abre y se cierra al ritmo de cuestiones internas, la
caída del País Vasco, o externas, el progreso en Europa del fascismo de Hitler. Mientras la
ayuda soviética decae y se mantiene el apoyo de alemanes e italianos que durará hasta
finales de la Guerra. Por el contrario, los franceses, viendo a los republicanos perdidos, dejan
de apoyarles y entablan negociaciones para el reconocimiento de Franco.
Las razones de la actuación internacional de estas cinco potencias son muy variadas:
Gran Bretaña: tiene grandes intereses económicos, especialmente en la minería de hierro en
España. No desea ningún problema en Gibraltar ni, en general, que lo haya en el continente
que impidan el desarrollo de sus negocios, razón por la cual llegarán a pactar con Hitler
(Munich septiembre del 38) pues sólo les preocupa aislar a los comunistas soviéticos.
Francia: otro posible aliado de la República. Tiene miedo, por la proximidad geográfica, a que
triunfe Franco o a que triunfen los comunistas ya que ve a los republicanos incapaces de
resolver ellos solos el conflicto. Tiene, además, importantes intereses mineros en nuestro
país y no olvida que es paso imprescindible para el Norte de África. Por todo ello prefiere no
comprometerse excesivamente en el conflicto.
Alemania: tiene afinidades ideológicas con Franco y piensa que si éste gana va a obtener
mayores facilidades para conseguir hierro español básico para la guerra que espera
desencadenar en el futuro por toda Europa. Además el triunfo rebelde aislaría más a Francia
y podría conquistarla antes de empezar su verdadero objetivo que es su expansión hacia el
este. Por ello no teniendo nada que perder apoya decididamente a Franco.
Italia: caso muy parecido a Alemania. Su régimen fascista es muy parecido al posible futuro
de Franco y espera, también, sacar ventajas económicas de la victoria nacional. Además
está muy interesada en todo lo que suceda en el Mediterráneo que es la zona que le ha
tocado en el reparto que ellos y los alemanes han hecho de Europa. De hecho su ayuda
comienza primero en las Baleares para extenderse después a toda la Península.
URSS: no tiene un interés estratégico grande ya que vigila los pasos de Hitler en el este. Aún
así la Internacional Comunista favorece todas las iniciativas que puedan acabar con los
regímenes fascistas allá donde aparezcan incluso si para ello, como es el caso español, hay
que colaborar con otros partidos organizando agrupaciones electorales conocidas como
Frentes Populares. Como alemanes e italianos, no tienen grandes intereses económicos
como no sean las buenas reservas de minerales que los españoles podían aportarles en el
caso de una futura guerra en Europa. Por lo demás parece que obtuvieron importantes
sumas de dinero de sus ventas de armamentos a los republicanos españoles que tuvieron
que vender a cambio todas las reservas de oro que había en España, dinero que se conoció
durante el franquismo como el “oro de Moscú” aludiendo a que ese dinero no era
contrapartida de nada sino un robo que los soviéticos habían perpetrado en nuestro país.
El balance de víctimas de la Guerra Civil se sitúa en 300.000 es decir muy lejos del millón de
muertos del que tanto tiempo se habló. De ellos la mitad correspondería al frente de batalla y
la otra mitad a la retaguardia.
Así en la zona rebelde se fusilaron a militantes y simpatizantes de partidos de izquierda o
sindicatos, a numerosos maestros (representantes del laicismo republicano) a intelectuales e
incluso a sacerdotes (vascos) próximos al nacionalismo.
Los republicanos, especialmente en el descontrolado verano del 36 acabaron con personas
conocidas por su ideología conservadora o sus ideas religiosas, a militantes de partidos de la
derecha, a militares sospechosos de golpismo y a un gran número de sacerdotes y religiosos
(más de 5.000).
Destacan hechos como la represión de Badajoz o los fusilamientos de Paracuellos del
Jarama con los presos sacados de las cárceles de Madrid. Esta eliminación física del
adversario continuaría una vez acabada la Guerra con un número aún en discusión pero que
se establece entre 25 y 30.000 presos en juicios más o menos sumarios.
Además los vencedores depuran la Administración y sancionan económicamente o separan
de ella a numerosos funcionarios de todas las categorías: profesores universitarios (hasta un
tercio), jueces, fiscales o diplomáticos entre los más relevantes y maestros y funcionarios de
correos entre los de menor rango. En ambos casos se convocaron nuevas oposiciones para
cubrir los huecos dejados por la represión con militantes fieles al nuevo estado.
Se calcula, finalmente que alrededor de medio millón de personas marcharon al exilio
(165.000 de forma definitiva) y 300.000 inundaron las cárceles franquistas y los campos de
concentración. Un 10% seguía allí en fecha tan avanzada como 1950.
Las destrucciones materiales, viviendas, ferrocarriles, carreteras, fueron muy numerosas con
lo que el Producto Interior Bruto cayó en todos los sectores y con él la Renta per Cápita que
tuvo que esperar a los años 50 para recobrar los niveles anteriores a la Guerra.
Por lo demás quedaba la deuda de guerra. Los republicanos habían pagado en efectivo (con
el oro y las divisas del Banco de España) pero los sublevados se endeudaron fuertemente
con Italia y Alemania aunque en este último caso un mecanismo comercial de compensación
permitió una mayor facilidad en los pagos.
Desde otro punto de vista se produjo la exaltación de Franco al poder en el cual
permanecería cuarenta años. Igualmente la Guerra supuso el fracaso de un reformismo
modernizador que había aspirado a europeizar España en la idea de la modernización social,
el progreso económico y la democratización política.
Sin embargo el mayor drama de la Guerra fue su permanencia en la mente de todos los
españoles dividiéndoles en vencedores y vencidos hasta los momentos iniciales de la
monarquía democrática.
Quiroga que se produce como consecuencia de divergencias en el seno del Frente Popular y
entre éste y los más radicales sectores de las organizaciones obreras por la necesidad o no
de que se armaran a éstas para parar el golpe de los militares, algo que se acabaría
haciendo para disgusto de los partidos menos radicales del Frente Popular.
Se produce así una dualidad de poderes en el país: por un lado el formal en las instituciones
republicanas y el real en manos de sectores anarcosindicalistas, socialistas y comunistas
radicales y armados. La llegada al poder de Francisco Largo Caballero en septiembre del 36,
procedente del ala izquierda del PSOE y la UGT supone reorientar esta dualidad hacia un
solo poder legítimo, democrático y parlamentario que permitiera afrontar una guerra a largo
plazo.
La primavera del año siguiente, 1937, trae importantes enfrentamientos en Cataluña entre
anarcosindicalistas y trotskistas (POUM) por un lado y los partidos sustentantes del gobierno
de la Generalitat que conseguirá imponerse a ellos. Consecuencia de esta pugna interna es
también la sustitución de Largo Caballero por Negrín al frente del gobierno republicano.
La entrada de éste significa el predominio práctico de los comunistas en el gobierno que son
los que marcan la pauta priorizando la victoria en la Guerra sobre cualquier tipo de
consideración. A pesar de ello Negrín intentó, también, acabar con el conflicto en sus
famosos 13 puntos de mayo del 38 que iban desde la amnistía y la salida de las tropas
extranjeras a reformas sociales como la agraria. La oposición a la idea comunista iría
creciendo también, sobre todo en la zona centro como se vería en el golpe Casado-Besteiro,
especialmente después de la batalla del Ebro.
El fracaso parcial del golpe de estado obligará a los militares a organizarse por lo que crean
una Junta de Defensa Nacional, presidida, significativamente por Cabanellas, el general de
mayor rango: se procederá, entonces, a destituir a todos los cargos públicos republicanos y
a disolver partidos políticos y sindicatos.
A pesar de esta unificación había tres focos de poder bien diferenciados: Franco y el ejército
de Africa, Queipo de Llano máximo dirigente en la zona Sur y Mola, organizador y dirigente
en el Norte. De aquí se pasará al ascenso de Franco a la Jefatura del Estado hecho
producido sin excesivos problemas (aunque con ciertas dosis de intriga política) ya que éste
disponía del ejército más decisivo, el africano; contaba con el apoyo de los generales
monárquicos una vez fallecido Sanjurjo el destinado a dirigir la rebelión y, además, se
pensaba que la duración de la Guerra sería corta.
Llegado así Franco, en septiembre del 36, a la Jefatura del estado pronto encaminó sus
pasos a construir un “Nuevo Estado, disciplinando los partidos existentes en la zona e iniciando un culto personal traducido en su denominación como “caudillo” de las tropas
sublevadas.
El hecho más importante en esta primera etapa será la constitución del partido único. En
este nuevo partido Falange jugará un papel fundamental: había movilizado voluntarios al
frente y la retaguardia, utilizaba la prensa y la propaganda y finalmente era imprescindible
para mantener el contacto con fuerzas del exterior en Alemania e Italia, puntos donde se
aprovisionaba Franco de armamento militar.
Así en los primeros meses de 1937 Franco da un decreto unificador creando la Falange
Española Tradicionalista de las JONS bajo su propio mando, excluyendo de paso cualquier
otra formación política e, incluso, eliminando cualquier disidencia interna en el seno de los
partidos fusionados.
Cuatro son las etapas que se pueden distinguir en la actuación extranjera en la Península:
Julio-septiembre del 36: se caracteriza por la desigualdad: mientras que los alemanes e
italianos apoyan rápidamente con hombres y material a Franco (aviones alemanes ayudan a
traer a la Península las tropas profesionales españolas y los musulmanes del Norte de África
(75.000 hombres) básicos para el avance del ejército sublevado), los teóricos apoyos de los
republicanos, las democracias de Francia y Gran Bretaña promueven el Comité para la no
intervención cuya misión teórica era impedir que se cumplieran los embargos de armas y
hombres, comité que resultó ser una farsa ya que la mayoría de sus integrantes eran los que
mandaban hombres y materiales a la Guerra
Septiembre del 36-enero del 37: hay una mayor igualdad de ayudas que ahora son muy
importantes: 8.000 soldados alemanes (entre ellos los célebres aviadores de la Legión
Cóndor) e italianos para los rebeldes; entre 20 y 35.000 (según autores) miembros de las
Brigadas Internacionales (la mayoría miembros reclutados por los partidos comunistas
europeos destacando por su número los franceses) que contribuyen decisivamente a que el
gobierno no pierda Madrid lo que hubiera supuesto el final rápido de la Guerra. Es la época
en que en este bando aparecen los consejeros soviéticos, escasos en número pero que
tienen mucho poder ya que son los barcos de su país los que traen la principal ayuda a la
República.
Enero del 37-julio 37: se incrementa el número de italianos que llegó a ser de 40.000
estables. Se les denominaba CTV (Cuerpo de tropas voluntarias, aunque muchos no lo eran)
y participaron en batallas tan importantes como la que se libró en Guadalajara para cerrar el
cerco de Madrid. En el bando republicano se mantiene la ayuda soviética mientras Francia
cierra su frontera con España impidiendo la llegada de ayudas.
Julio del 37- abril del 39: la frontera se abre y se cierra al ritmo de cuestiones internas, la
caída del País Vasco, o externas, el progreso en Europa del fascismo de Hitler. Mientras la
ayuda soviética decae y se mantiene el apoyo de alemanes e italianos que durará hasta
finales de la Guerra. Por el contrario, los franceses, viendo a los republicanos perdidos, dejan
de apoyarles y entablan negociaciones para el reconocimiento de Franco.
Las razones de la actuación internacional de estas cinco potencias son muy variadas:
Gran Bretaña: tiene grandes intereses económicos, especialmente en la minería de hierro en
España. No desea ningún problema en Gibraltar ni, en general, que lo haya en el continente
que impidan el desarrollo de sus negocios, razón por la cual llegarán a pactar con Hitler
(Munich septiembre del 38) pues sólo les preocupa aislar a los comunistas soviéticos.
Francia: otro posible aliado de la República. Tiene miedo, por la proximidad geográfica, a que
triunfe Franco o a que triunfen los comunistas ya que ve a los republicanos incapaces de
resolver ellos solos el conflicto. Tiene, además, importantes intereses mineros en nuestro
país y no olvida que es paso imprescindible para el Norte de África. Por todo ello prefiere no
comprometerse excesivamente en el conflicto.
Alemania: tiene afinidades ideológicas con Franco y piensa que si éste gana va a obtener
mayores facilidades para conseguir hierro español básico para la guerra que espera
desencadenar en el futuro por toda Europa. Además el triunfo rebelde aislaría más a Francia
y podría conquistarla antes de empezar su verdadero objetivo que es su expansión hacia el
este. Por ello no teniendo nada que perder apoya decididamente a Franco.
Italia: caso muy parecido a Alemania. Su régimen fascista es muy parecido al posible futuro
de Franco y espera, también, sacar ventajas económicas de la victoria nacional. Además
está muy interesada en todo lo que suceda en el Mediterráneo que es la zona que le ha
tocado en el reparto que ellos y los alemanes han hecho de Europa. De hecho su ayuda
comienza primero en las Baleares para extenderse después a toda la Península.
URSS: no tiene un interés estratégico grande ya que vigila los pasos de Hitler en el este. Aún
así la Internacional Comunista favorece todas las iniciativas que puedan acabar con los
regímenes fascistas allá donde aparezcan incluso si para ello, como es el caso español, hay
que colaborar con otros partidos organizando agrupaciones electorales conocidas como
Frentes Populares. Como alemanes e italianos, no tienen grandes intereses económicos
como no sean las buenas reservas de minerales que los españoles podían aportarles en el
caso de una futura guerra en Europa. Por lo demás parece que obtuvieron importantes
sumas de dinero de sus ventas de armamentos a los republicanos españoles que tuvieron
que vender a cambio todas las reservas de oro que había en España, dinero que se conoció
durante el franquismo como el “oro de Moscú” aludiendo a que ese dinero no era
contrapartida de nada sino un robo que los soviéticos habían perpetrado en nuestro país.
El balance de víctimas de la Guerra Civil se sitúa en 300.000 es decir muy lejos del millón de
muertos del que tanto tiempo se habló. De ellos la mitad correspondería al frente de batalla y
la otra mitad a la retaguardia.
Así en la zona rebelde se fusilaron a militantes y simpatizantes de partidos de izquierda o
sindicatos, a numerosos maestros (representantes del laicismo republicano) a intelectuales e
incluso a sacerdotes (vascos) próximos al nacionalismo.
Los republicanos, especialmente en el descontrolado verano del 36 acabaron con personas
conocidas por su ideología conservadora o sus ideas religiosas, a militantes de partidos de la
derecha, a militares sospechosos de golpismo y a un gran número de sacerdotes y religiosos
(más de 5.000).
Destacan hechos como la represión de Badajoz o los fusilamientos de Paracuellos del
Jarama con los presos sacados de las cárceles de Madrid. Esta eliminación física del
adversario continuaría una vez acabada la Guerra con un número aún en discusión pero que
se establece entre 25 y 30.000 presos en juicios más o menos sumarios.
Además los vencedores depuran la Administración y sancionan económicamente o separan
de ella a numerosos funcionarios de todas las categorías: profesores universitarios (hasta un
tercio), jueces, fiscales o diplomáticos entre los más relevantes y maestros y funcionarios de
correos entre los de menor rango. En ambos casos se convocaron nuevas oposiciones para
cubrir los huecos dejados por la represión con militantes fieles al nuevo estado.
Se calcula, finalmente que alrededor de medio millón de personas marcharon al exilio
(165.000 de forma definitiva) y 300.000 inundaron las cárceles franquistas y los campos de
concentración. Un 10% seguía allí en fecha tan avanzada como 1950.
Las destrucciones materiales, viviendas, ferrocarriles, carreteras, fueron muy numerosas con
lo que el Producto Interior Bruto cayó en todos los sectores y con él la Renta per Cápita que
tuvo que esperar a los años 50 para recobrar los niveles anteriores a la Guerra.
Por lo demás quedaba la deuda de guerra. Los republicanos habían pagado en efectivo (con
el oro y las divisas del Banco de España) pero los sublevados se endeudaron fuertemente
con Italia y Alemania aunque en este último caso un mecanismo comercial de compensación
permitió una mayor facilidad en los pagos.
Desde otro punto de vista se produjo la exaltación de Franco al poder en el cual
permanecería cuarenta años. Igualmente la Guerra supuso el fracaso de un reformismo
modernizador que había aspirado a europeizar España en la idea de la modernización social,
el progreso económico y la democratización política.
Sin embargo el mayor drama de la Guerra fue su permanencia en la mente de todos los
españoles dividiéndoles en vencedores y vencidos hasta los momentos iniciales de la
monarquía democrática.
14.5. La guerra civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. El desarrollo del conflicto: etapas y evolución en las dos zonas.
No se había previsto la transformación del golpe militar inicial en una guerra civil. Incluso
entre los generales golpistas había numerosas interpretaciones desde la reinstauración
monárquica (Sanjurjo) hasta la república autoritaria (Mola) pero no tanto la dictadura fascista
que, poco a poco, se fue abriendo paso.
Igualmente la República, como se ve en las dudas iniciales en la entrega de armas a los
sindicatos, era un bloque inicialmente homogéneo sino muy dispar entre los partidarios del
parlamentarismo clásico y los más revolucionarios.
La mayor unidad de los rebeldes y las peleas continuas, más o menos soterradas, en el
bando republicano explican en parte la derrota que también tiene razones militares al ser el
ejército de Marruecos el más preparado para el combate y sus jefes los más convencidos de
la victoria final. Vendría entonces una Dictadura destinada a durar suficientes años como
para evitar la vuelta al punto de partida económico y social y a tapar las responsabilidades
penales del bando vencedor
Conspiraciones del ejército existían desde tiempo atrás pero ahora habrá un grupo
notoriamente radicalizado por lo que ellos entendían como degradación de la autoridad y la
agitación continuada en las calles.
El primer paso se da el 8 de marzo del 36 en una reunión en la que entre otros jefes militares
estaban Franco, Mola y Varela donde se decide que el alzamiento no será en nombre de la
República ni de la Monarquía sino en el de España.
Preparados para el 20 de abril tuvieron que aplazar su conspiración por el conocimiento que
el gobierno tenía de ella en unos momentos en los que las propias juventudes de algunos
partidos del Frente Popular (Izquierda Republicana y Unión Republicana) coincidían en la
insostenibilidad de una situación en la que los propios largocaballeristas arremetían contra
Indalecio Prieto.
Casares Quiroga recibe una carta de Franco, que seguía conspirando, donde se le avisa de
la situación que también conocen personas tan dispares como José Antonio Primo de Rivera
o algunos políticos del Frente Popular. Mola, el director, fijará la fecha para mediados de julio
y será la muerte de Calvo-Sotelo el origen último de la sublevación que comenzaría el día 17
en Africa.
La Guerra civil española comienza con un golpe de estado fracasado. Triunfa en zonas
donde la derecha era tradicionalmente fuerte (Castilla-León, Navarra, Baleares), en lugares
donde los generales son más decididos (Zaragoza, Sevilla, Granada) y muy importante en el
Marruecos español. Pero fracasa en sitios bastante destacados: Madrid, lugar donde
estaban las reservas de oro del Banco de España; P. Vasco, Cataluña, Cantabria y Asturias
(salvo Oviedo) sedes industriales españolas y en todo el Este peninsular.
En términos humanos hablamos de 14 y 11 millones respectivamente en zona republicana y
nacional. Los republicanos dominaban la Marina (tras la defenestración de los oficiales) y la
aviación, y el ejército de tierra estaba más dividido aunque la parte más profesional estaba
con los sublevados.
Además el ejército republicano era menos homogéneo (mezcla de profesionales con
miembros de la izquierda y los sindicatos armados, algo que constituyó la primera gran
diferencia en el seno del Frente Popular) e, incluso, con objetivos distintos: los comunistas
querían ganar la Guerra mientras que los anarquistas deseaban hacer la revolución al mismo
tiempo. El ejército sublevado tenía un líder indiscutible, Franco, y no había diferencias de
criterio a la hora de actuar. Se trataba únicamente de ganar la Guerra.
Antonio Moreno Juste divide en cuatro grandes períodos la evolución militar de la Guerra
Civil:
Del paso del Estrecho a la batalla de Madrid: julio 1936-primavera de 1937:
Es la fase en la que los sublevados consiguen dominar la mitad del país: el paso del ejército
africano a la Península, logrado con la ayuda alemana e italiana, permite conquistar gran
parte de Andalucía y Extremadura por la débil resistencia ofrecida de las mal organizadas
milicias populares. Queipo de Llano había logrado previamente el dominio en el Suroeste y
Mola en una parte del Norte (menos Vizcaya, Santander y Asturias) . A destacar la toma en
septiembre del 36 de San Sebastián e Irún que impedirá la entrada de suministros para los
republicanos a través de esa zona de la frontera francesa. En ese mismo mes de septiembre
se libera el Alcázar de Toledo , elemento de gran valor psicológico para las tropas nacionales.
Por el contrario las columnas que convergían hacia Madrid desde el sur y norte fracasan en
su intento de tomar la capital entre el otoño y la primavera de 1936-37. Inicialmente se
produjo un ataque frontal y luego batallas sangrientas de cerco: carretera de La Coruña
(diciembre36-enero37) Jarama (febrero 37) y Guadalajara (marzo 37). En estos choques la
participación internacional es muy importante: llegada de asesores soviéticos e intervención
de las Brigadas internacionales, participación de las CTV ( Corpo di truppe voluntarie).
También es el momento de la organización del Ejército Popular de la República, la formación
de una línea de frente que se mantendría en Madrid hasta el final de la Guerra. En esta
misma fase destaca la toma de Málaga en la que también intervinieron tropas italianas.
Se puede decir que es la fase de la transformación de un pronunciamiento en una guerra
civil larga en la que el ejército republicano resiste como puede. Aparece mucho material
armamentístico moderno exterior y combatientes extranjeros que ayudaron a la crudeza y la
duración del conflicto y se pasa de una guerra de movimientos a otra de posiciones con
pequeños avances estratégicos y duras pérdidas humanas.
De la batalla del Norte a la batalla de Teruel: primavera del 37-primavera del 38:
Desplazamiento hacia el norte de las operaciones para hacerse con el potencial económico
de la zona al romper el cinturón de fortificaciones en torno a Bilbao y la toma de sus
industrias intactas. Agosto es la caída de Santander y septiembre y octubre los del fin de Asturias. A destacar previamente el elemento simbólico de la destrucción de la villa de
Guernica por la aviación alemana e italiana el 26 de abril de 1937.
Los republicanos intentarán a lo largo de este período aliviar la situación con las batallas de
Belchite (Teruel) y Brunete (Madrid) Se produce, además, una batalla en condiciones
meteorológicas extremas en el Bajo Aragón donde los republicanos tomaron y después
perdieron Teruel.
A destacar en este momento el poder aéreo y artillero nacional para entender la conquista
del Norte y el vuelco en la guerra marina donde también se imponen los nacionales gracias al
apoyo de unidades italianas y alemanas y a la actitud del Comité para la no intervención.
Batalla del Ebro: abril-diciembre 1938:
Fase crítica de la guerra producida por la llegada de los nacionales a Vinaroz (Castellón)
cortando en dos , Cataluña y Valencia, la zona mediterránea republicana. La ofensiva del
Ebro significa la voluntad de resistir y, de hecho, esta batalla es la más cruenta de la guerra:
60.000 bajas en cada bando. Inicialmente se producen importantes éxitos republicanos que
son frenados por la posterior contraofensiva que llegó a liquidar las cabezas de puente del
ejército republicano que se bate a la defensiva hasta abandonar sus posiciones en la zona
occidental lo que propicia el ataque a Cataluña con gran superioridad de hombres y
materiales de las tropas sublevadas: aunque a la República le quedaban 48 divisiones (ocho
menos que a Franco) la suerte de la guerra estaba echada si se tiene en cuenta además, la
desaparición del apoyo soviético y el fracaso de la estrategia de esperar que estallara una
guerra en Europa tras la Conferencia de Munich.
Batalla de Cataluña y fin de la guerra: diciembre de 1938-marzo 1939:
Barcelona cae el 26 de enero tras la débil resistencia republicana con el que se inicia el exilio
de 500.000 personas, entre ellas Manuel Azaña el presidente de la República. En Madrid un
sector no comunista de la Junta de Defensa toma el control bajo el mando del comandante
Segismundo Casado que intenta, en contra de la opinión del presidente del gobierno Negrín,
establecer una paz de reconciliación con Franco algo que éste rechaza pues exige una
rendición sin condiciones entrando sus tropas el 28 de marzo en la capital y firmándose el 1
de abril el último parte de guerra. Era el final de la guerra de desgaste impuesta por Franco
en la que los republicanos apenas habían podido realizar operaciones de distracción para
prolongar el conflicto: el contraste entre un ejército en constante reorganización y medios
insuficientes frente a la eficacia de la ayuda alemana e italiana a Franco que además tenía
unas buenas fuerzas de choque es uno de los resúmenes de un conflicto que, sin la
presencia de apoyos extranjeros (sobre todo por su regularidad en el bando nacional, nunca
hubiera podido alcanzar en ambas zonas las dimensiones que tuvo.
entre los generales golpistas había numerosas interpretaciones desde la reinstauración
monárquica (Sanjurjo) hasta la república autoritaria (Mola) pero no tanto la dictadura fascista
que, poco a poco, se fue abriendo paso.
Igualmente la República, como se ve en las dudas iniciales en la entrega de armas a los
sindicatos, era un bloque inicialmente homogéneo sino muy dispar entre los partidarios del
parlamentarismo clásico y los más revolucionarios.
La mayor unidad de los rebeldes y las peleas continuas, más o menos soterradas, en el
bando republicano explican en parte la derrota que también tiene razones militares al ser el
ejército de Marruecos el más preparado para el combate y sus jefes los más convencidos de
la victoria final. Vendría entonces una Dictadura destinada a durar suficientes años como
para evitar la vuelta al punto de partida económico y social y a tapar las responsabilidades
penales del bando vencedor
Conspiraciones del ejército existían desde tiempo atrás pero ahora habrá un grupo
notoriamente radicalizado por lo que ellos entendían como degradación de la autoridad y la
agitación continuada en las calles.
El primer paso se da el 8 de marzo del 36 en una reunión en la que entre otros jefes militares
estaban Franco, Mola y Varela donde se decide que el alzamiento no será en nombre de la
República ni de la Monarquía sino en el de España.
Preparados para el 20 de abril tuvieron que aplazar su conspiración por el conocimiento que
el gobierno tenía de ella en unos momentos en los que las propias juventudes de algunos
partidos del Frente Popular (Izquierda Republicana y Unión Republicana) coincidían en la
insostenibilidad de una situación en la que los propios largocaballeristas arremetían contra
Indalecio Prieto.
Casares Quiroga recibe una carta de Franco, que seguía conspirando, donde se le avisa de
la situación que también conocen personas tan dispares como José Antonio Primo de Rivera
o algunos políticos del Frente Popular. Mola, el director, fijará la fecha para mediados de julio
y será la muerte de Calvo-Sotelo el origen último de la sublevación que comenzaría el día 17
en Africa.
La Guerra civil española comienza con un golpe de estado fracasado. Triunfa en zonas
donde la derecha era tradicionalmente fuerte (Castilla-León, Navarra, Baleares), en lugares
donde los generales son más decididos (Zaragoza, Sevilla, Granada) y muy importante en el
Marruecos español. Pero fracasa en sitios bastante destacados: Madrid, lugar donde
estaban las reservas de oro del Banco de España; P. Vasco, Cataluña, Cantabria y Asturias
(salvo Oviedo) sedes industriales españolas y en todo el Este peninsular.
En términos humanos hablamos de 14 y 11 millones respectivamente en zona republicana y
nacional. Los republicanos dominaban la Marina (tras la defenestración de los oficiales) y la
aviación, y el ejército de tierra estaba más dividido aunque la parte más profesional estaba
con los sublevados.
Además el ejército republicano era menos homogéneo (mezcla de profesionales con
miembros de la izquierda y los sindicatos armados, algo que constituyó la primera gran
diferencia en el seno del Frente Popular) e, incluso, con objetivos distintos: los comunistas
querían ganar la Guerra mientras que los anarquistas deseaban hacer la revolución al mismo
tiempo. El ejército sublevado tenía un líder indiscutible, Franco, y no había diferencias de
criterio a la hora de actuar. Se trataba únicamente de ganar la Guerra.
Antonio Moreno Juste divide en cuatro grandes períodos la evolución militar de la Guerra
Civil:
Del paso del Estrecho a la batalla de Madrid: julio 1936-primavera de 1937:
Es la fase en la que los sublevados consiguen dominar la mitad del país: el paso del ejército
africano a la Península, logrado con la ayuda alemana e italiana, permite conquistar gran
parte de Andalucía y Extremadura por la débil resistencia ofrecida de las mal organizadas
milicias populares. Queipo de Llano había logrado previamente el dominio en el Suroeste y
Mola en una parte del Norte (menos Vizcaya, Santander y Asturias) . A destacar la toma en
septiembre del 36 de San Sebastián e Irún que impedirá la entrada de suministros para los
republicanos a través de esa zona de la frontera francesa. En ese mismo mes de septiembre
se libera el Alcázar de Toledo , elemento de gran valor psicológico para las tropas nacionales.
Por el contrario las columnas que convergían hacia Madrid desde el sur y norte fracasan en
su intento de tomar la capital entre el otoño y la primavera de 1936-37. Inicialmente se
produjo un ataque frontal y luego batallas sangrientas de cerco: carretera de La Coruña
(diciembre36-enero37) Jarama (febrero 37) y Guadalajara (marzo 37). En estos choques la
participación internacional es muy importante: llegada de asesores soviéticos e intervención
de las Brigadas internacionales, participación de las CTV ( Corpo di truppe voluntarie).
También es el momento de la organización del Ejército Popular de la República, la formación
de una línea de frente que se mantendría en Madrid hasta el final de la Guerra. En esta
misma fase destaca la toma de Málaga en la que también intervinieron tropas italianas.
Se puede decir que es la fase de la transformación de un pronunciamiento en una guerra
civil larga en la que el ejército republicano resiste como puede. Aparece mucho material
armamentístico moderno exterior y combatientes extranjeros que ayudaron a la crudeza y la
duración del conflicto y se pasa de una guerra de movimientos a otra de posiciones con
pequeños avances estratégicos y duras pérdidas humanas.
De la batalla del Norte a la batalla de Teruel: primavera del 37-primavera del 38:
Desplazamiento hacia el norte de las operaciones para hacerse con el potencial económico
de la zona al romper el cinturón de fortificaciones en torno a Bilbao y la toma de sus
industrias intactas. Agosto es la caída de Santander y septiembre y octubre los del fin de Asturias. A destacar previamente el elemento simbólico de la destrucción de la villa de
Guernica por la aviación alemana e italiana el 26 de abril de 1937.
Los republicanos intentarán a lo largo de este período aliviar la situación con las batallas de
Belchite (Teruel) y Brunete (Madrid) Se produce, además, una batalla en condiciones
meteorológicas extremas en el Bajo Aragón donde los republicanos tomaron y después
perdieron Teruel.
A destacar en este momento el poder aéreo y artillero nacional para entender la conquista
del Norte y el vuelco en la guerra marina donde también se imponen los nacionales gracias al
apoyo de unidades italianas y alemanas y a la actitud del Comité para la no intervención.
Batalla del Ebro: abril-diciembre 1938:
Fase crítica de la guerra producida por la llegada de los nacionales a Vinaroz (Castellón)
cortando en dos , Cataluña y Valencia, la zona mediterránea republicana. La ofensiva del
Ebro significa la voluntad de resistir y, de hecho, esta batalla es la más cruenta de la guerra:
60.000 bajas en cada bando. Inicialmente se producen importantes éxitos republicanos que
son frenados por la posterior contraofensiva que llegó a liquidar las cabezas de puente del
ejército republicano que se bate a la defensiva hasta abandonar sus posiciones en la zona
occidental lo que propicia el ataque a Cataluña con gran superioridad de hombres y
materiales de las tropas sublevadas: aunque a la República le quedaban 48 divisiones (ocho
menos que a Franco) la suerte de la guerra estaba echada si se tiene en cuenta además, la
desaparición del apoyo soviético y el fracaso de la estrategia de esperar que estallara una
guerra en Europa tras la Conferencia de Munich.
Batalla de Cataluña y fin de la guerra: diciembre de 1938-marzo 1939:
Barcelona cae el 26 de enero tras la débil resistencia republicana con el que se inicia el exilio
de 500.000 personas, entre ellas Manuel Azaña el presidente de la República. En Madrid un
sector no comunista de la Junta de Defensa toma el control bajo el mando del comandante
Segismundo Casado que intenta, en contra de la opinión del presidente del gobierno Negrín,
establecer una paz de reconciliación con Franco algo que éste rechaza pues exige una
rendición sin condiciones entrando sus tropas el 28 de marzo en la capital y firmándose el 1
de abril el último parte de guerra. Era el final de la guerra de desgaste impuesta por Franco
en la que los republicanos apenas habían podido realizar operaciones de distracción para
prolongar el conflicto: el contraste entre un ejército en constante reorganización y medios
insuficientes frente a la eficacia de la ayuda alemana e italiana a Franco que además tenía
unas buenas fuerzas de choque es uno de los resúmenes de un conflicto que, sin la
presencia de apoyos extranjeros (sobre todo por su regularidad en el bando nacional, nunca
hubiera podido alcanzar en ambas zonas las dimensiones que tuvo.
14.4. La Segunda República: el bienio radical-cedista. La Revolución de 1934. Las elecciones de 1936 y el Frente Popular.
Impresionados por la obra reformista del primer bienio, el segundo parece tener menos
presencia cuando se habla de la República a pesar de haber sido más duradero que el
anterior.
En él se dan hechos destinados a tener su trascendencia como la suspensión del estatuto
catalán o el pago a los sacerdotes rurales.
Sin embargo el hecho más relevante del sexenio se producirá, en el año 34 cuando se
produzca el intento revolucionario más importante de la época que tendría gran influencia
ideológica en el inmediato futuro.
Finalmente la República acaba con las elecciones generales ganadas en escaños por la
izquierda y la gran división del país que se acabaría traduciendo en una cruenta guerra civil
entre los partidarios de una España más tradicional y aquellos otros más relacionados con
las reformas e incluso con la revolución.
Impresionados por la obra reformista del primer bienio, este segundo parece tener menos
presencia cuando se habla de la República a pesar de haber sido más duradero que el
anterior.
En él se dan hechos destinados a tener su trascendencia como la suspensión del estatuto
catalán o el pago a los sacerdotes rurales.
Sin embargo el hecho más relevante del sexenio se producirá, en el año 34 cuando se
produzca el intento revolucionario más importante de la época que tendría gran influencia
ideológica en el inmediato futuro.
A comienzos de 1933 Lerroux da por terminada la etapa entre ambigüa y oportunista que
había mantenido desde las elecciones del año 31. Comenzó una búsqueda del poder político
en la que va a tener la ayuda de una parte del Partido Radical Socialista (la dirigida por
Gordón Ordás) en su idea de que los socialistas abandonaran el gobierno.
El inicio se corresponde con unas elecciones municipales en poblaciones rurales que aún no
tenían corporaciones elegidas cuyo resultado fue bastante desfavorable para la coalición
gubernamental (Azaña los llamó despectivamente “burgos podridos” aludiendo a su
condición de pequeños lugares conservadores) justo lo contrario de lo que ocurrió con el
Partido Radical. De ahí se derivó una acusación permanente de seguir gobernando sin
confianza el país.
Alcalá-Zamora que también estaba en contra del gobierno por su orientación en materia
religiosa, presionó como presidente de la República a Azaña para que remodelara el
gobierno, cosa que éste hizo aunque sin expulsar a los socialistas.
Algo más tarde y tras un nuevo fracaso electoral (la renovación de los vocales regionales del
Tribunal de Garantías Constitucionales) Azaña fue definitivamente sustituido en septiembre
del 33 dando paso a un gobierno de concentración republicana presidido por Lerroux que
pronto fue desalojado por una moción de censura a la que siguió el gobierno de otro radical,
Martinez Barrio, que da paso a la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas
elecciones.
A éstas los distintos partidos acuden de forma diferente: las derechas formando parte de una
coalición Unión de Derechas en la que iban juntos los partidos monárquicos tradicionales
(Renovación Española, Tradicionalistas y Partido Agrario) y la nueva organización de
derechas posibilista denominada CEDA y liderada por José María Gil-Robles; los socialistas
en solitario y el Partido Radical empeñado en mostrar su carácter centrista en varias
coaliciones desde los azañistas hasta los agrarios de derechas. A destacar el voto femenino
por primera vez en la historia del país y la abstención preconizada por el anarcosindicalismo
muy importante en algunas zonas de España.
Las elecciones de 1933 fueron ganadas por la CEDA (Confederación Española de Derechas
Autónomas) de Gil-Robles con 115 escaños y los radicales de Lerroux con 109 sumando
ambos casi la mitad de la cámara mientras Azaña se quedaba con 5 diputados y el PSOE
60.
Tras las elecciones se formaría un gabinete del Partido Radical apoyado por la CEDA que
procedería a desmontar parte de lo aprobado por los anteriores gobiernos republicanos
además de amnistiar a los participantes en el golpe de estado del 32
Así, por ejemplo, y en contra de la Constitución se aprobó el mantenimiento de los haberes
del clero en zonas rurales, se bloqueó la Reforma Agraria al exigirse indemnizaciones mucho
mayores para los expropiados al mismo tiempo que se recortaba el presupuesto para
asentamientos; se derogaba la Ley de Términos Municipales establecida para impedir que
jornaleros de otras partes pudieran con las huelgas convocadas en un sitio concreto.
Finalmente se paralizaba la construcción de nuevas escuelas públicas en todo el país.
Sin embargo el punto clave de este bienio se produce cuando en octubre del 34 hay tres
nuevos ministros de la CEDA, acción que fue respondida por la izquierda con la huelga
general. La razón para ello hay que buscarla, además de en lo ya realizado por radicales y
cedistas, en el ambiente europeo donde tanto Hitler como Döllfuss había accedido
democráticamente al poder siendo como eran movimientos fascistas (y que habían
perseguido, por ejemplo, a socialistas de sus países) a los que ahora se asimila a la CEDA.
La huelga anunciada es dirigida por los socialistas de la UGT que confiaban en paralizar
puntos tan importantes como Madrid, Vizcaya o Barcelona aunque sólo triunfa claramente en
Asturias donde los anarquistas se habían unido a la misma para organizar una nueva
organización colectiva: UHP (Uníos Hermanos Proletarios).
Allí se acabó enseguida con la resistencia de la Guardia Civil tras lo cual importantes
depósitos de armas pasaron a su poder. Es el momento en el cual la República llama en su
ayuda a las tropas africanas que, dirigidas por Franco y López-Ochoa, acabaron con la
rebelión resultando muertos más de 1000 civiles.
En Cataluña, como ya se ha dicho, la revolución fue muy importante pues a los obreros
socialistas y anarquistas se unió la propia Generalitat presidida por Companys que proclamó
el Estat Catalá independiente del español, algo que sólo duró medio día ya que rápidamente
el ejército estableció la legalidad republicana. En el posterior juicio Companys fue condenado
a 30 años de cárcel y el estatuto suspendido temporalmente.
Esta revolución frustrada radicalizaría a izquierdas y derechas. A unos por el deseo de ver
liberados a los procesados y por no haber visto cumplidos sus objetivos; a los otros por
haber conocido lo que podía ocurrir si la izquierda volvía al poder: de hecho la revolución de
octubre será uno de los pretextos para el golpe de estado de julio del 36 al haberse
establecido ahora un precedente de legitimación moral para una revolución o un golpe de
estado contra una mayoría democráticamente elegida.
Será, sin embargo, la crisis que sufre el Partido Radical la que precipita los acontecimientos
al verse salpicados sus personajes más importantes por escándalos de corrupción como el
estraperlo (sobornos para introducir un juego nuevo así llamado por sus inventores) o el caso
Nombela (malversación de fondos) lo que precipita las elecciones del 36.
Con la disolución de las segundas cortes republicanas se decretó que las elecciones se
celebrarían en febrero de 1936. Las declaraciones públicas antes de esa fecha fueron
subiendo de tono tal el caso de Francisco Largo Caballero (“Antes de la República nuestro deber era traer la República; pero establecido este régimen…nuestro deber es traer el
socialismo…revolucionario”).
El 15 de enero salió a la luz pública el Manifiesto del Frente Popular: amnistía para los
detenidos por la revolución de octubre del 34 y apoyo a la Constitución son dos de sus
elementos más destacados. Lo firmaban dos líneas: una marxista y otra relacionada con la
izquierda burguesa republicana, algo nunca esperado por la derecha republicana
Se contaba, además, con el apoyo de los anarquistas que deseaban sacar de la cárcel a
numerosos compañeros.
Mientras la derecha se presenta desunida a pesar de ciertos pactos locales que pudieron
hacerse entre monárquicos y cedistas para votar a un solo candidato. Incluso se dio el caso
de que la derecha apareciera unida a los radicales. Falange Española acudió en solitario.
Con todo esto, y las declaraciones subsiguientes que eran cada vez más tajantes, se
constató la división sociopolítica del país, algo para lo que se buscó remedio con un partido
de centro liderado por Manuel Portela Valladares.
Votó el 72% del censo y se produjo un importante empate a votos, Frente Popular 34,3% de
los votos; derechas coaligadas con centro 33,2 %, pero una gran diferencia en el número de
actas: 142 para la derecha (CEDA 96), 266 para la izquierda (PSOE:87; Izquierda
Republicana: 81) y 65 para el centro (25 para Portela y sólo 8 para los radicales). Azaña se
hizo inmediatamente con la presidencia del Consejo de Ministros ante la dimisión de Portela
en un gesto que para algunos significaba lo mejor que podía pasar mientras otros lo
calificaban como acto de revancha política.
Inmediatamente se decretó una amnistía para los condenados por la revolución del 34 así
como se devolvió a Cataluña su Estatuto. Además se procedió a la destitución de Alcalá-
Zamora, el presidente de la República, conservador y católico, y su reemplazo por Azaña,
maniobra que no acabaría de salir bien a la postre pues se sacó de un primer plano ejecutivo
a uno de los republicanos más capaces que debió ser sustituido por alguien de su confianza
aunque mucho menos preparado para lo que venía: Santiago Casares Quiroga un militante
de la galleguista ORGA.
En los pocos meses de vida democrática la coalición tuvo que enfrentarse a una gran
escalada verbal (incluso en el propio parlamento), a multitud de huelgas y otros problemas
tan graves como las quemas de iglesias y, sobre todo, al asesinato político como hecho
cotidiano (más de 100 en 4 meses).
Un ejemplo del clima existente es la “historia de los caramelos envenenados” que,
supuestamente unas malvadas damas catequistas distribuyeron a los niños obreros. El bulo
produjo el asalto a monjas y a ciertas mujeres bien vestidas que circulaban por Madrid
además de un número de incendios a iglesias y conventos
Por otra parte, y a pesar de acelerar la Reforma Agraria ( 500.000 ha/150.000 campesinos)
ésta apenas hizo algo más que legitimar las ocupaciones ya que, de hecho se iban
practicando por una izquierda muy radicalizada a la que correspondía una derecha ya
preparada para volver al poder mediante un golpe militar.
presencia cuando se habla de la República a pesar de haber sido más duradero que el
anterior.
En él se dan hechos destinados a tener su trascendencia como la suspensión del estatuto
catalán o el pago a los sacerdotes rurales.
Sin embargo el hecho más relevante del sexenio se producirá, en el año 34 cuando se
produzca el intento revolucionario más importante de la época que tendría gran influencia
ideológica en el inmediato futuro.
Finalmente la República acaba con las elecciones generales ganadas en escaños por la
izquierda y la gran división del país que se acabaría traduciendo en una cruenta guerra civil
entre los partidarios de una España más tradicional y aquellos otros más relacionados con
las reformas e incluso con la revolución.
Impresionados por la obra reformista del primer bienio, este segundo parece tener menos
presencia cuando se habla de la República a pesar de haber sido más duradero que el
anterior.
En él se dan hechos destinados a tener su trascendencia como la suspensión del estatuto
catalán o el pago a los sacerdotes rurales.
Sin embargo el hecho más relevante del sexenio se producirá, en el año 34 cuando se
produzca el intento revolucionario más importante de la época que tendría gran influencia
ideológica en el inmediato futuro.
A comienzos de 1933 Lerroux da por terminada la etapa entre ambigüa y oportunista que
había mantenido desde las elecciones del año 31. Comenzó una búsqueda del poder político
en la que va a tener la ayuda de una parte del Partido Radical Socialista (la dirigida por
Gordón Ordás) en su idea de que los socialistas abandonaran el gobierno.
El inicio se corresponde con unas elecciones municipales en poblaciones rurales que aún no
tenían corporaciones elegidas cuyo resultado fue bastante desfavorable para la coalición
gubernamental (Azaña los llamó despectivamente “burgos podridos” aludiendo a su
condición de pequeños lugares conservadores) justo lo contrario de lo que ocurrió con el
Partido Radical. De ahí se derivó una acusación permanente de seguir gobernando sin
confianza el país.
Alcalá-Zamora que también estaba en contra del gobierno por su orientación en materia
religiosa, presionó como presidente de la República a Azaña para que remodelara el
gobierno, cosa que éste hizo aunque sin expulsar a los socialistas.
Algo más tarde y tras un nuevo fracaso electoral (la renovación de los vocales regionales del
Tribunal de Garantías Constitucionales) Azaña fue definitivamente sustituido en septiembre
del 33 dando paso a un gobierno de concentración republicana presidido por Lerroux que
pronto fue desalojado por una moción de censura a la que siguió el gobierno de otro radical,
Martinez Barrio, que da paso a la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas
elecciones.
A éstas los distintos partidos acuden de forma diferente: las derechas formando parte de una
coalición Unión de Derechas en la que iban juntos los partidos monárquicos tradicionales
(Renovación Española, Tradicionalistas y Partido Agrario) y la nueva organización de
derechas posibilista denominada CEDA y liderada por José María Gil-Robles; los socialistas
en solitario y el Partido Radical empeñado en mostrar su carácter centrista en varias
coaliciones desde los azañistas hasta los agrarios de derechas. A destacar el voto femenino
por primera vez en la historia del país y la abstención preconizada por el anarcosindicalismo
muy importante en algunas zonas de España.
Las elecciones de 1933 fueron ganadas por la CEDA (Confederación Española de Derechas
Autónomas) de Gil-Robles con 115 escaños y los radicales de Lerroux con 109 sumando
ambos casi la mitad de la cámara mientras Azaña se quedaba con 5 diputados y el PSOE
60.
Tras las elecciones se formaría un gabinete del Partido Radical apoyado por la CEDA que
procedería a desmontar parte de lo aprobado por los anteriores gobiernos republicanos
además de amnistiar a los participantes en el golpe de estado del 32
Así, por ejemplo, y en contra de la Constitución se aprobó el mantenimiento de los haberes
del clero en zonas rurales, se bloqueó la Reforma Agraria al exigirse indemnizaciones mucho
mayores para los expropiados al mismo tiempo que se recortaba el presupuesto para
asentamientos; se derogaba la Ley de Términos Municipales establecida para impedir que
jornaleros de otras partes pudieran con las huelgas convocadas en un sitio concreto.
Finalmente se paralizaba la construcción de nuevas escuelas públicas en todo el país.
Sin embargo el punto clave de este bienio se produce cuando en octubre del 34 hay tres
nuevos ministros de la CEDA, acción que fue respondida por la izquierda con la huelga
general. La razón para ello hay que buscarla, además de en lo ya realizado por radicales y
cedistas, en el ambiente europeo donde tanto Hitler como Döllfuss había accedido
democráticamente al poder siendo como eran movimientos fascistas (y que habían
perseguido, por ejemplo, a socialistas de sus países) a los que ahora se asimila a la CEDA.
La huelga anunciada es dirigida por los socialistas de la UGT que confiaban en paralizar
puntos tan importantes como Madrid, Vizcaya o Barcelona aunque sólo triunfa claramente en
Asturias donde los anarquistas se habían unido a la misma para organizar una nueva
organización colectiva: UHP (Uníos Hermanos Proletarios).
Allí se acabó enseguida con la resistencia de la Guardia Civil tras lo cual importantes
depósitos de armas pasaron a su poder. Es el momento en el cual la República llama en su
ayuda a las tropas africanas que, dirigidas por Franco y López-Ochoa, acabaron con la
rebelión resultando muertos más de 1000 civiles.
En Cataluña, como ya se ha dicho, la revolución fue muy importante pues a los obreros
socialistas y anarquistas se unió la propia Generalitat presidida por Companys que proclamó
el Estat Catalá independiente del español, algo que sólo duró medio día ya que rápidamente
el ejército estableció la legalidad republicana. En el posterior juicio Companys fue condenado
a 30 años de cárcel y el estatuto suspendido temporalmente.
Esta revolución frustrada radicalizaría a izquierdas y derechas. A unos por el deseo de ver
liberados a los procesados y por no haber visto cumplidos sus objetivos; a los otros por
haber conocido lo que podía ocurrir si la izquierda volvía al poder: de hecho la revolución de
octubre será uno de los pretextos para el golpe de estado de julio del 36 al haberse
establecido ahora un precedente de legitimación moral para una revolución o un golpe de
estado contra una mayoría democráticamente elegida.
Será, sin embargo, la crisis que sufre el Partido Radical la que precipita los acontecimientos
al verse salpicados sus personajes más importantes por escándalos de corrupción como el
estraperlo (sobornos para introducir un juego nuevo así llamado por sus inventores) o el caso
Nombela (malversación de fondos) lo que precipita las elecciones del 36.
Con la disolución de las segundas cortes republicanas se decretó que las elecciones se
celebrarían en febrero de 1936. Las declaraciones públicas antes de esa fecha fueron
subiendo de tono tal el caso de Francisco Largo Caballero (“Antes de la República nuestro deber era traer la República; pero establecido este régimen…nuestro deber es traer el
socialismo…revolucionario”).
El 15 de enero salió a la luz pública el Manifiesto del Frente Popular: amnistía para los
detenidos por la revolución de octubre del 34 y apoyo a la Constitución son dos de sus
elementos más destacados. Lo firmaban dos líneas: una marxista y otra relacionada con la
izquierda burguesa republicana, algo nunca esperado por la derecha republicana
Se contaba, además, con el apoyo de los anarquistas que deseaban sacar de la cárcel a
numerosos compañeros.
Mientras la derecha se presenta desunida a pesar de ciertos pactos locales que pudieron
hacerse entre monárquicos y cedistas para votar a un solo candidato. Incluso se dio el caso
de que la derecha apareciera unida a los radicales. Falange Española acudió en solitario.
Con todo esto, y las declaraciones subsiguientes que eran cada vez más tajantes, se
constató la división sociopolítica del país, algo para lo que se buscó remedio con un partido
de centro liderado por Manuel Portela Valladares.
Votó el 72% del censo y se produjo un importante empate a votos, Frente Popular 34,3% de
los votos; derechas coaligadas con centro 33,2 %, pero una gran diferencia en el número de
actas: 142 para la derecha (CEDA 96), 266 para la izquierda (PSOE:87; Izquierda
Republicana: 81) y 65 para el centro (25 para Portela y sólo 8 para los radicales). Azaña se
hizo inmediatamente con la presidencia del Consejo de Ministros ante la dimisión de Portela
en un gesto que para algunos significaba lo mejor que podía pasar mientras otros lo
calificaban como acto de revancha política.
Inmediatamente se decretó una amnistía para los condenados por la revolución del 34 así
como se devolvió a Cataluña su Estatuto. Además se procedió a la destitución de Alcalá-
Zamora, el presidente de la República, conservador y católico, y su reemplazo por Azaña,
maniobra que no acabaría de salir bien a la postre pues se sacó de un primer plano ejecutivo
a uno de los republicanos más capaces que debió ser sustituido por alguien de su confianza
aunque mucho menos preparado para lo que venía: Santiago Casares Quiroga un militante
de la galleguista ORGA.
En los pocos meses de vida democrática la coalición tuvo que enfrentarse a una gran
escalada verbal (incluso en el propio parlamento), a multitud de huelgas y otros problemas
tan graves como las quemas de iglesias y, sobre todo, al asesinato político como hecho
cotidiano (más de 100 en 4 meses).
Un ejemplo del clima existente es la “historia de los caramelos envenenados” que,
supuestamente unas malvadas damas catequistas distribuyeron a los niños obreros. El bulo
produjo el asalto a monjas y a ciertas mujeres bien vestidas que circulaban por Madrid
además de un número de incendios a iglesias y conventos
Por otra parte, y a pesar de acelerar la Reforma Agraria ( 500.000 ha/150.000 campesinos)
ésta apenas hizo algo más que legitimar las ocupaciones ya que, de hecho se iban
practicando por una izquierda muy radicalizada a la que correspondía una derecha ya
preparada para volver al poder mediante un golpe militar.
14.3. La Segunda República. La Constitución de 1931 y el bienio reformista
La II República supone, en su bienio más reformista, la concreción de las propuestas del año
17 en las que nacionalistas, republicanos y movimiento obrero plantearon la posibilidad de un
régimen político menos corrupto y más abierto, de un país más descentralizado y de una
sociedad más justa.
Así tras el paréntesis que supone la Dictadura de Primo de Rivera se intentarán estas
reformas explicitadas en la Constitución de 1931, el Estatuto catalán del 32 y la Ley para la
reforma Agraria principal campo de batalla social.
Sin embargo los nuevos políticos estaban poco habituados al poder y tenían numerosos
enemigos: así la sublevación de Sanjurjo en el 32 o los episodios revolucionarios como el de
Casas Viejas. Será, sin embargo, una decisión del conservador Alcalá-Zamora la que les
desaloje del poder.
La Constitución no pudo ser un texto consensuado entre todos los sectores de la vida
política española, algo especialmente notable al tratar de la denominada cuestión religiosa.
El texto fue redactado por una comisión de las Cortes presidida por el diputado socialista
Jiménez de Asúa quien dio un toque claramente de izquierdas (aunque no socialista) a la
Constitución, algo que tenía en común con casi todas las redactadas en la I Posguerra
Mundial.
Además se caracteriza por ser larga, abundante en declaraciones idealistas, entre ellas, el
pacifismo así como en su voluntad de extender los derechos individuales.
Por lo demás era unicameral en contra de los republicanos de centro como AlcaláZamora o
Martínez Barrio que hubieran querido ver la existencia de un Senado moderador o incluso de
los nacionalistas catalanes que deseaban una segunda cámara de tipo federal. La
importancia del parlamentarismo se hacía coincidir con una magistratura presidencial débil
no elegida por los ciudadanos sino por las propias cortes por el periodo de seis años tiempo
en el que sólo podía disolver dos veces la Cámara aunque en la segunda debía dar cuenta
obligatoriamente al parlamento
Dentro de ella destaca la cuestión religiosa: el Estado se declara no confesional y por primera
vez se plantea denegar, en el plazo de dos años, la manutención al clero. Incluso se plantea
la posibilidad de disolver y nacionalizar los bienes de cualquier orden que pusiera en peligro
el nuevo estado.
Junto a los típicos derechos del liberalismo del XIX (domicilio, circulación, prensa, expresión,
reunión, etc.) se consolida el sufragio universal que ahora se hace también femenino no sin
grandes discusiones.
Se contempla, además, el derecho a la propiedad aunque se supedita ésta a los intereses
generales pudiendo llevarse a cabo expropiaciones cuando aquéllos lo demanden algo
parecido al trabajo que debe ser controlado y regulado por el Estado.
Los Estatutos de Autonomía permitidos, otra gran novedad legislativa, debían ser propuestos
por la mayoría de los ayuntamientos, votados por 2/3 de los habitantes y aprobados por las
Cortes. Son relativamente limitados y se aprobaron tres: el catalán en 1932 y, ya en plena
Guerra Civil, el vasco y el gallego.
El poder legislativo es el más poderoso. Reside en unas Cortes unicamerales elegidas para
cuatro años. Controlan abiertamente al ejecutivo y están complementadas por los
parlamentos regionales y los referéndums. El poder ejecutivo reside en el presidente de la
República que es elegido por las Cortes y no directamente por los votantes. El poder judicial
es independiente y vela por el correcto cumplimiento de las leyes. Se crea por vez primera un
organismo, Tribunal de Garantías Constitucionales que vela porque las leyes respeten la
Constitución.
La República había nacido en medio de un ambiente de entusiasmo y unanimidad que era,
en gran medida, el producto de un cambio en la vida política más trascendental que el propio
cambio de régimen; clima que se disolvería muy pronto por la aparición de los problemas de
orden público y religioso.
La cuestión religiosa comienza con la expulsión a mediados de mes de marzo del arzobispo
de Vitoria y prosigue con la del cardenal Segura, primado de Toledo, más justificada que la
anterior por sus continuas alabanzas a la monarquía, el mes siguiente para concluir el 11 de
mayo con la quema de conventos: más de un centenar de edificios religiosos fueron
quemados y, además, esto quedó en adelante cono conclusión a numerosos disturbios
sociales o políticos.
Este cambio en la vida política influyó en el resultado de las Constituyentes del año 31 con el
aplastante triunfo de las candidaturas de la coalición republicano-socialista. Estos últimos
sacarían más de un centenar de diputados cifra a la que se uniría una cifra parecida
resultante de unir los radical-socialistas, los azañistas de Acción Republicana y los diputados
de la Esquerra catalana.
La coalición republicanos de izquierda-socialistas hará, además de la Constitución, otras
reformas:
Reforma militar: Después de haber comenzado en el gobierno provisional con la Ley del
Retiro suprimió numerosos órganos innecesarios como los Consejos Supremos de Marina y
Guerra reduciendo, por otra parte, el número de efectivos fijados finalmente en 107.000 (por
ejemplo los oficiales de 27.000 pasan a 8.000 y los generales de cincuenta y tantos a 21.
Desaparecen, además, los tribunales de Honor y se deroga la polémica Ley de
Jurisdicciones de 1906. No se logró una eficacia parecida en los aspectos más técnicos y el
ejército siguió teniendo numerosas insuficiencias materiales (“no hay cañones, no hay fusiles,no hay municiones” diría Azaña en el Congreso) y además no se consiguió granjearse la
estima de los oficiales que le acusaban de unilateralidad en sus decisiones con medidas tan
polémicas como la supresión de la Academia de Zaragoza dirigida entones por Franco.
Reforma agraria: la Reforma pretendía reestructurar las tierras de latifundio en España
repartiendo a los campesinos tierras estatales (como querían los socialistas) o bien
entregándoles directamente la propiedad (como deseaban los republicanos) a éstos para
lograr su adhesión a la República, el cese de los conflictos sociales y el aumento de la
productividad.
La ley definitiva tardó mucho en presentarse (casi dos años) por las discusiones en el seno
de la mayoría y el obstruccionismo parlamentario de pequeños grupos de derechas. El golpe
de estado de Sanjurjo impulsa en el verano del 32 un proyecto que, por lo demás era
sumamente complejo.
De este modo aunque se pusieron al servicio del Estado un número no desdeñable de
hectáreas sólo se consiguió instalar en ellas a 4.300 campesinos de los 70.000 pensados.
Reforma educativa: realizada por los ministros Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos.
Se trata de un gran esfuerzo presupuestario para crear escuelas y maestros que permitieran
aplicar las directrices de la Constitución en el sentido de posibilitar para todos los niños la
escuela obligatoria que además era mixta, gratuita y laica: no se enseña religión y
desaparecen los crucifijos de las escuelas.
Reforma administrativa: Fueron los catalanes, la Esquerra de Macià, los encargados de
redactar el proyecto que fue elaborado en Nùria en diez días de junio del 31. A partir de ahí
se ralentizaría en el congreso de los Diputados por la oposición de la derecha, el Partido
Radical y y de intelectuales como Ortega y Gasset y sólo la Sanjurjada contribuyó a echarlo
hacia delante aprobándose el 9 de septiembre del 32.
Del texto inicial faltaban numerosas e importantes cuestiones como la referencia a la posible
autodeterminación, la soberanía catalana, la declaración del catalán cono única lengua
oficial, la posibilidad de incorporar otros territorios, etc. Sí que tendrá un notable
autogobierno para Cataluña que por ahora no se extenderá a otros puntos del País Vasco al
ser éste religioso y confesional y muy republicanas las propuestas catalanas.
Hay que decir que este bienio inicial de la República estuvo marcado por numerosos
incidentes como los enfrentamientos de jornaleros y la guardia civil o de asalto en Casas
Viejas que abriría una importante grieta entre los republicanos y el mundo obrero. Además la
coalición en el poder tuvo que hacer frente a un intento de golpe de estado por parte de
generales monárquicos que, al mando de Sanjurjo, proclamaron el estado de guerra en
Andalucía en agosto del 32.
Uno de los aspectos más importantes de la cultura durante la II República es la importante
labor pedagógica desarrollada en el bienio 31-33 por Marcelino Domingo y Fernando de los
ríos como ministros de instrucción pública. Entre ambos construyeron en esos dos años casi
15.000 escuelas nuevas que vinieron a paliar el déficit producido por la disminución de la
enseñanza religiosa al mismo tiempo que ampliaban la oferta de la escuela pública,obligatoria, gratuita y mixta en la línea de la Constitución del 31, escuelas posibles también
gracias a la financiación conjunta con los municipios.
También se produjeron importantes avances en el campo de la enseñanza secundaria
donde, por las razones ya expuestas, se logro duplicar el número de institutos y alumnos.
Hay que destacar que esta política constructora se ralentiza en el bienio 33-35 y sólo se
reactivaría tras la victoria del Frente Popular.
Por lo que respecta a la enseñanza superior se conoce uno de los momentos de mayor
apogeo de la Residencia de Estudiantes creada por la ILE para potenciar contactos entre
aquellos estudiantes de provincias que vinieran a Madrid. Allí coincidieron tres de los más
grandes representantes de la cultura española del s. XX unidos por su común interés por el
movimiento surrealista: el pintor Salvador Dalí que se decantaría posteriormente hacia el
bando nacionalista, el exiliado cineasta Luis Buñuel y el fusilado poeta Federico García Lorca;
los dos últimos habían colaborado antes de la República en un documental, Las Hurdes,
tierra sin pan, que había causado un enorme escándalo (se describía la miseria de esta
comarca cacereña) y que luego harían dos películas bien distintas, La Edad de Oro y El perro
andaluz. Lorca, además, había concebido numerosas obras teatrales de éxito como Bodas
de Sangre, Yerma o La casa de Bernarda Alba.
Otra obra muy importante del período es la creación de bibliotecas ambulantes dedicadas a
fomentar la lectura en los pueblos y ciudades, bibliotecas acompañadas de las denominadas
misiones pedagógicas en las que maestros e, incluso, estudiantes y el cine o el teatro a las
zonas más apartadas.
Mención especial merecen dos grupos de actividad teatral, El Búho de Max Aub y sobre
todo la Barraca dirigida por Federico García Lorca y E. Ugarte que representaban obras del
propio Lorca o de Casona junto a un repertorio tradicional de Calderón, Lope de Vega o
Cervantes.
17 en las que nacionalistas, republicanos y movimiento obrero plantearon la posibilidad de un
régimen político menos corrupto y más abierto, de un país más descentralizado y de una
sociedad más justa.
Así tras el paréntesis que supone la Dictadura de Primo de Rivera se intentarán estas
reformas explicitadas en la Constitución de 1931, el Estatuto catalán del 32 y la Ley para la
reforma Agraria principal campo de batalla social.
Sin embargo los nuevos políticos estaban poco habituados al poder y tenían numerosos
enemigos: así la sublevación de Sanjurjo en el 32 o los episodios revolucionarios como el de
Casas Viejas. Será, sin embargo, una decisión del conservador Alcalá-Zamora la que les
desaloje del poder.
La Constitución no pudo ser un texto consensuado entre todos los sectores de la vida
política española, algo especialmente notable al tratar de la denominada cuestión religiosa.
El texto fue redactado por una comisión de las Cortes presidida por el diputado socialista
Jiménez de Asúa quien dio un toque claramente de izquierdas (aunque no socialista) a la
Constitución, algo que tenía en común con casi todas las redactadas en la I Posguerra
Mundial.
Además se caracteriza por ser larga, abundante en declaraciones idealistas, entre ellas, el
pacifismo así como en su voluntad de extender los derechos individuales.
Por lo demás era unicameral en contra de los republicanos de centro como AlcaláZamora o
Martínez Barrio que hubieran querido ver la existencia de un Senado moderador o incluso de
los nacionalistas catalanes que deseaban una segunda cámara de tipo federal. La
importancia del parlamentarismo se hacía coincidir con una magistratura presidencial débil
no elegida por los ciudadanos sino por las propias cortes por el periodo de seis años tiempo
en el que sólo podía disolver dos veces la Cámara aunque en la segunda debía dar cuenta
obligatoriamente al parlamento
Dentro de ella destaca la cuestión religiosa: el Estado se declara no confesional y por primera
vez se plantea denegar, en el plazo de dos años, la manutención al clero. Incluso se plantea
la posibilidad de disolver y nacionalizar los bienes de cualquier orden que pusiera en peligro
el nuevo estado.
Junto a los típicos derechos del liberalismo del XIX (domicilio, circulación, prensa, expresión,
reunión, etc.) se consolida el sufragio universal que ahora se hace también femenino no sin
grandes discusiones.
Se contempla, además, el derecho a la propiedad aunque se supedita ésta a los intereses
generales pudiendo llevarse a cabo expropiaciones cuando aquéllos lo demanden algo
parecido al trabajo que debe ser controlado y regulado por el Estado.
Los Estatutos de Autonomía permitidos, otra gran novedad legislativa, debían ser propuestos
por la mayoría de los ayuntamientos, votados por 2/3 de los habitantes y aprobados por las
Cortes. Son relativamente limitados y se aprobaron tres: el catalán en 1932 y, ya en plena
Guerra Civil, el vasco y el gallego.
El poder legislativo es el más poderoso. Reside en unas Cortes unicamerales elegidas para
cuatro años. Controlan abiertamente al ejecutivo y están complementadas por los
parlamentos regionales y los referéndums. El poder ejecutivo reside en el presidente de la
República que es elegido por las Cortes y no directamente por los votantes. El poder judicial
es independiente y vela por el correcto cumplimiento de las leyes. Se crea por vez primera un
organismo, Tribunal de Garantías Constitucionales que vela porque las leyes respeten la
Constitución.
La República había nacido en medio de un ambiente de entusiasmo y unanimidad que era,
en gran medida, el producto de un cambio en la vida política más trascendental que el propio
cambio de régimen; clima que se disolvería muy pronto por la aparición de los problemas de
orden público y religioso.
La cuestión religiosa comienza con la expulsión a mediados de mes de marzo del arzobispo
de Vitoria y prosigue con la del cardenal Segura, primado de Toledo, más justificada que la
anterior por sus continuas alabanzas a la monarquía, el mes siguiente para concluir el 11 de
mayo con la quema de conventos: más de un centenar de edificios religiosos fueron
quemados y, además, esto quedó en adelante cono conclusión a numerosos disturbios
sociales o políticos.
Este cambio en la vida política influyó en el resultado de las Constituyentes del año 31 con el
aplastante triunfo de las candidaturas de la coalición republicano-socialista. Estos últimos
sacarían más de un centenar de diputados cifra a la que se uniría una cifra parecida
resultante de unir los radical-socialistas, los azañistas de Acción Republicana y los diputados
de la Esquerra catalana.
La coalición republicanos de izquierda-socialistas hará, además de la Constitución, otras
reformas:
Reforma militar: Después de haber comenzado en el gobierno provisional con la Ley del
Retiro suprimió numerosos órganos innecesarios como los Consejos Supremos de Marina y
Guerra reduciendo, por otra parte, el número de efectivos fijados finalmente en 107.000 (por
ejemplo los oficiales de 27.000 pasan a 8.000 y los generales de cincuenta y tantos a 21.
Desaparecen, además, los tribunales de Honor y se deroga la polémica Ley de
Jurisdicciones de 1906. No se logró una eficacia parecida en los aspectos más técnicos y el
ejército siguió teniendo numerosas insuficiencias materiales (“no hay cañones, no hay fusiles,no hay municiones” diría Azaña en el Congreso) y además no se consiguió granjearse la
estima de los oficiales que le acusaban de unilateralidad en sus decisiones con medidas tan
polémicas como la supresión de la Academia de Zaragoza dirigida entones por Franco.
Reforma agraria: la Reforma pretendía reestructurar las tierras de latifundio en España
repartiendo a los campesinos tierras estatales (como querían los socialistas) o bien
entregándoles directamente la propiedad (como deseaban los republicanos) a éstos para
lograr su adhesión a la República, el cese de los conflictos sociales y el aumento de la
productividad.
La ley definitiva tardó mucho en presentarse (casi dos años) por las discusiones en el seno
de la mayoría y el obstruccionismo parlamentario de pequeños grupos de derechas. El golpe
de estado de Sanjurjo impulsa en el verano del 32 un proyecto que, por lo demás era
sumamente complejo.
De este modo aunque se pusieron al servicio del Estado un número no desdeñable de
hectáreas sólo se consiguió instalar en ellas a 4.300 campesinos de los 70.000 pensados.
Reforma educativa: realizada por los ministros Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos.
Se trata de un gran esfuerzo presupuestario para crear escuelas y maestros que permitieran
aplicar las directrices de la Constitución en el sentido de posibilitar para todos los niños la
escuela obligatoria que además era mixta, gratuita y laica: no se enseña religión y
desaparecen los crucifijos de las escuelas.
Reforma administrativa: Fueron los catalanes, la Esquerra de Macià, los encargados de
redactar el proyecto que fue elaborado en Nùria en diez días de junio del 31. A partir de ahí
se ralentizaría en el congreso de los Diputados por la oposición de la derecha, el Partido
Radical y y de intelectuales como Ortega y Gasset y sólo la Sanjurjada contribuyó a echarlo
hacia delante aprobándose el 9 de septiembre del 32.
Del texto inicial faltaban numerosas e importantes cuestiones como la referencia a la posible
autodeterminación, la soberanía catalana, la declaración del catalán cono única lengua
oficial, la posibilidad de incorporar otros territorios, etc. Sí que tendrá un notable
autogobierno para Cataluña que por ahora no se extenderá a otros puntos del País Vasco al
ser éste religioso y confesional y muy republicanas las propuestas catalanas.
Hay que decir que este bienio inicial de la República estuvo marcado por numerosos
incidentes como los enfrentamientos de jornaleros y la guardia civil o de asalto en Casas
Viejas que abriría una importante grieta entre los republicanos y el mundo obrero. Además la
coalición en el poder tuvo que hacer frente a un intento de golpe de estado por parte de
generales monárquicos que, al mando de Sanjurjo, proclamaron el estado de guerra en
Andalucía en agosto del 32.
Uno de los aspectos más importantes de la cultura durante la II República es la importante
labor pedagógica desarrollada en el bienio 31-33 por Marcelino Domingo y Fernando de los
ríos como ministros de instrucción pública. Entre ambos construyeron en esos dos años casi
15.000 escuelas nuevas que vinieron a paliar el déficit producido por la disminución de la
enseñanza religiosa al mismo tiempo que ampliaban la oferta de la escuela pública,obligatoria, gratuita y mixta en la línea de la Constitución del 31, escuelas posibles también
gracias a la financiación conjunta con los municipios.
También se produjeron importantes avances en el campo de la enseñanza secundaria
donde, por las razones ya expuestas, se logro duplicar el número de institutos y alumnos.
Hay que destacar que esta política constructora se ralentiza en el bienio 33-35 y sólo se
reactivaría tras la victoria del Frente Popular.
Por lo que respecta a la enseñanza superior se conoce uno de los momentos de mayor
apogeo de la Residencia de Estudiantes creada por la ILE para potenciar contactos entre
aquellos estudiantes de provincias que vinieran a Madrid. Allí coincidieron tres de los más
grandes representantes de la cultura española del s. XX unidos por su común interés por el
movimiento surrealista: el pintor Salvador Dalí que se decantaría posteriormente hacia el
bando nacionalista, el exiliado cineasta Luis Buñuel y el fusilado poeta Federico García Lorca;
los dos últimos habían colaborado antes de la República en un documental, Las Hurdes,
tierra sin pan, que había causado un enorme escándalo (se describía la miseria de esta
comarca cacereña) y que luego harían dos películas bien distintas, La Edad de Oro y El perro
andaluz. Lorca, además, había concebido numerosas obras teatrales de éxito como Bodas
de Sangre, Yerma o La casa de Bernarda Alba.
Otra obra muy importante del período es la creación de bibliotecas ambulantes dedicadas a
fomentar la lectura en los pueblos y ciudades, bibliotecas acompañadas de las denominadas
misiones pedagógicas en las que maestros e, incluso, estudiantes y el cine o el teatro a las
zonas más apartadas.
Mención especial merecen dos grupos de actividad teatral, El Búho de Max Aub y sobre
todo la Barraca dirigida por Federico García Lorca y E. Ugarte que representaban obras del
propio Lorca o de Casona junto a un repertorio tradicional de Calderón, Lope de Vega o
Cervantes.
14.2. La dictadura de Primo de Rivera. De la monarquía alfonsina a la Segunda República
La larga duración de la Dictadura de Franco oscurece la anterior, la de Primo de Rivera, del
mismo modo que la guerra civil del 36-39 nos hace olvidar las guerras carlistas. Y, sin
embargo, Primo gobernó de forma totalitaria, como el otro gran dictador fascista de su
época Mussolini (aunque con mucha menos violencia), durante 7 años.
Durante ellos, y al hilo de la bonanza de los felices años 20, se producen avances en obras
públicas como carreteras y pantanos y se llega a una “paz” de orden público y social que
contrasta fuertemente con la situación anterior, especialmente en Cataluña. Por conseguir
Primo logró acabar con el problema de Marruecos que debido al asunto Annual, fue una de
las bases de su golpe de estado.
Pero, poco a poco, los obreros que habían colaborado con él le van abandonando como lo
hizo la burguesía catalana y, al final, el propio ejército hasta llevarle a una situación de difícil
gestión que culmina con su exilio y su desaparición de la memoria colectiva en la que se
oscurece incluso su propia persona tapada por el primer plano al que llega su hijo Jose
Antonio.
El origen del golpe de estado de Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña el 13
de septiembre de 1923, está bastante relacionado con el mundo militar. En concreto con los
deseos de las antiguas Juntas de Defensa (ya desaparecidas)de acabar con el poder político
de la oligarquía (tal y como se refleja en su Manifiesto al país y al ejército elaborado pocos
días después del golpe) así como con el deseo de otro grupo de militares de acabara con el
problema africano, y con los disturbios relativos al orden público interno.
El golpe de estado se produjo sin derramamiento de sangre en Barcelona desde donde se
extendió a todo el país sin que el gobierno pudiera hacer nada. Por su parte el Rey, después
de los momentos iniciales, apoyó claramente a Primo de Rivera (de cuya conspiración no se
sabe si estaba o no enterado) a quien encargó la tarea de formar gobierno en sustitución de
los civiles dimitidos.
Hay que decir que el nuevo golpe de estado recibió un importante apoyo de la burguesía
española, especialmente la catalana la más ”moderna” del país, que veía a alguien dispuesto
a acabar con un sistema político que beneficiaba, básicamente, a la España atrasada de los
terratenientes. A pesar de esto aquellos y otros grupos conservadores como la Iglesia y, por
supuesto, el ejército, no recibieron mal el golpe. Algo que tampoco hizo, sorprendentemente,
una parte del movimiento obrero, concretamente la relacionada con el PSOE y la UGT que, a
diferencia de los anarquistas y el PCE, mantuvieron abiertos sus locales y publicaciones e
incluso colaboraron en algún momento con la política del Dictador.
La primera fase de su actuación se conoce como Directorio Militar (1923-25) por la
importancia que en las instituciones tenían aquéllos, que copaban todos los puestos al
mismo tiempo que se suspendían las garantías constitucionales, se disolvían las Cortes, se
nombraban gobernadores militares en provincias en sustitución de los civiles, gobernadores
que actuarían con mano tan dura que redujeron a la mínima expresión los atentados
(1917-23: 1259; 1923/28: 51) y las huelgas (1923-465); 1924-165), y, finalmente, delegados
gubernativos para controlar los ayuntamientos.
Para acabar esta toma del poder político promovió un nuevo partido, la Unión Patriótica, a la
que estaban obligados a pertenecer los miembros de ayuntamientos y diputaciones
provinciales. Este partido en la práctica venía a mantener el viejo sistema caciquil de la
Restauración ya que ahora algunos de los delegados en los ayuntamientos y de los
gobernadores civiles pertenecían a este partido único legal. Su ideología era claramente
conservadora –Dios, Patria, Religión, era su lema- por lo que sus miembros procedían del
antiguo carlismo, conservadores mauristas, católicos a los que se añadieron burgueses
industriales deseosos de contar con el apoyo del gobierno.
Su primer gran éxito y quizás el más importante fue la resolución del problema marroquí que
preocupaba a todas las clases sociales bien por tener que ir a luchar al frente (grupos
populares) bien por los enormes gastos que la Guerra producía. En septiembre de 1925 y
en unión del ejército francés, que controlaba la otra parte de Marruecos, se produjo el
desembarco en la bahía de Alhucemas que dividió en dos (tras una combinada operación
naval aérea y terrestre (una de las primeras de la historia)) el territorio del líder Abd-el-Krim
que al cabo de siete meses acabó por capitular y entregarse como prisionero a las tropas
francesas.
Tras este importante éxito se constituyó a finales de 1925 el Directorio Civil en el que
aparecerían miembros no militares como el Ministro de Hacienda, José Calvo Sotelo o el de
Fomento Conde de Guadalhorce, probablemente las dos piezas clave del mismo. En una
época en que toda Europa gozaba de excelente salud económica, “los felices 20”Primo de
Rivera aprovechó para introducir cambios fiscales que suponían más ingresos para el Estado
en concepto de capitales invertidos y derechos de sucesión, y para lanzarse a una
importante política de obras públicas: 7.000 km. de carreteras, aumento de la superficie en
regadío y de la red eléctrica llevada a cabo por las Confederaciones Hidrográficas,
introducción de nueva técnicas agrarias, etc.
Así mismo el estado intervenía en política económica exterior gravando con fuertes aranceles
a las empresas extranjeras o en política económica interior creando monopolios como
CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos) controladora de la
importación, refinado y distribución del petróleo.
Igualmente se intervendría en política social creando el seguro de maternidad o el subsidio a
las familias numerosas. Incluso se crearán comités paritarios de empresarios y trabajadores
para propiciar la estabilidad en el trabajo y la disminución de las huelgas. Estos últimos no
acabaría de funcionar por lo que poco a poco perdería el apoyo del movimiento obrero que
había colaborado con él que se va inclinando hacia las nuevas formas de gobierno de tipo
republicano.
También se van separando de él la burguesía catalana, por las defraudadas expectativas de
conseguir algún tipo de autonomía y por la persecución que sufre su lengua, prohibida por
ejemplo en actos eclesiásticos, y el propio ejército, fundamental en los orígenes de su
movimiento, por lo que consideraban un ataque al proponer Primo que los ascensos en el
cuerpo de artillería fueran motivados por méritos y capacidad y no por la antigüedad;
finalmente los estudiantes e intelectuales, que tampoco habían aceptado desde el principio el
régimen y que habían visto aumentar su desapego con decisiones como la destitución de
Miguel de Unamuno, el intelectual más crítico con el Régimen, del rectorado de la
Universidad de Salamanca que, además, había sido desterrado o un proyecto por el cual
estudios cursados en los jesuitas de Deusto o en los agustinos de El Escorial se
consideraban con valor universitario.
Tras la renuncia de Primo de Rivera (enero del 30), el Rey nombra jefe del gobierno al general
Berenguer, el antiguo procesado por Annual, con dos tareas específicas:
Volver al sistema liberal interrumpido por la Dictadura, es decir la Constitución del 76 y las
elecciones más o menos fraudulentas.
Salvar la figura de Alfonso XIII evitando que recayeran sobre el rey responsabilidades por el
golpe de estado y los seis años de Dictadura , algo muy difícil de lograr pues el monarca era
cada vez más asociado a ella y, por lo tanto, impopular entre ciertos sectores de la clase
media y los propios obreros.
A comienzos del 31, y ante la imposibilidad de Berenguer, es relevado por el almirante Aznar
que convoca elecciones municipales para el 12 de abril como primer paso hacia unas
elecciones generales. Estos comicios ven el triunfo de los candidatos republicanos en todas
las grandes ciudades del país lo que constituía un plebiscito antimonárquico. El rey descartó
la resistencia por la fuerza y se exiliaría dando paso el 14 de abril a la II República española
donde Alcalá Zamora de forma provisional asumiría el máximo poder del Estado.
Hay que destacar la gran importancia jugada por el Pacto de San Sebastián (agosto 1930)
en estos acontecimientos. En él se reunieron regionalistas, republicanos históricos, socialista
e incluso constitucionalistas desencantados con la actuación del Rey. Se formulan, entonces,
dos grandes vías: revolucionaria, que llevaría a los pronunciamientos frustrado de Jaca,
terminados con el fusilamiento de los capitanes Galán y García Hernández, y política con
grandes mítines y artículos en la prensa claramente antimonárquicos.
Se formó un comité revolucionario integrado por Alcalá Zamora, Maura, Domingo, Prieto,
Azaña, Albornoz y De los Ríos, los que luego se harían cargo del gobierno provisional, que
lanzaron un manifiesto para derribar a la monarquía acabando por lograrlo en las ya citadas
elecciones municipales de abril.
mismo modo que la guerra civil del 36-39 nos hace olvidar las guerras carlistas. Y, sin
embargo, Primo gobernó de forma totalitaria, como el otro gran dictador fascista de su
época Mussolini (aunque con mucha menos violencia), durante 7 años.
Durante ellos, y al hilo de la bonanza de los felices años 20, se producen avances en obras
públicas como carreteras y pantanos y se llega a una “paz” de orden público y social que
contrasta fuertemente con la situación anterior, especialmente en Cataluña. Por conseguir
Primo logró acabar con el problema de Marruecos que debido al asunto Annual, fue una de
las bases de su golpe de estado.
Pero, poco a poco, los obreros que habían colaborado con él le van abandonando como lo
hizo la burguesía catalana y, al final, el propio ejército hasta llevarle a una situación de difícil
gestión que culmina con su exilio y su desaparición de la memoria colectiva en la que se
oscurece incluso su propia persona tapada por el primer plano al que llega su hijo Jose
Antonio.
El origen del golpe de estado de Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña el 13
de septiembre de 1923, está bastante relacionado con el mundo militar. En concreto con los
deseos de las antiguas Juntas de Defensa (ya desaparecidas)de acabar con el poder político
de la oligarquía (tal y como se refleja en su Manifiesto al país y al ejército elaborado pocos
días después del golpe) así como con el deseo de otro grupo de militares de acabara con el
problema africano, y con los disturbios relativos al orden público interno.
El golpe de estado se produjo sin derramamiento de sangre en Barcelona desde donde se
extendió a todo el país sin que el gobierno pudiera hacer nada. Por su parte el Rey, después
de los momentos iniciales, apoyó claramente a Primo de Rivera (de cuya conspiración no se
sabe si estaba o no enterado) a quien encargó la tarea de formar gobierno en sustitución de
los civiles dimitidos.
Hay que decir que el nuevo golpe de estado recibió un importante apoyo de la burguesía
española, especialmente la catalana la más ”moderna” del país, que veía a alguien dispuesto
a acabar con un sistema político que beneficiaba, básicamente, a la España atrasada de los
terratenientes. A pesar de esto aquellos y otros grupos conservadores como la Iglesia y, por
supuesto, el ejército, no recibieron mal el golpe. Algo que tampoco hizo, sorprendentemente,
una parte del movimiento obrero, concretamente la relacionada con el PSOE y la UGT que, a
diferencia de los anarquistas y el PCE, mantuvieron abiertos sus locales y publicaciones e
incluso colaboraron en algún momento con la política del Dictador.
La primera fase de su actuación se conoce como Directorio Militar (1923-25) por la
importancia que en las instituciones tenían aquéllos, que copaban todos los puestos al
mismo tiempo que se suspendían las garantías constitucionales, se disolvían las Cortes, se
nombraban gobernadores militares en provincias en sustitución de los civiles, gobernadores
que actuarían con mano tan dura que redujeron a la mínima expresión los atentados
(1917-23: 1259; 1923/28: 51) y las huelgas (1923-465); 1924-165), y, finalmente, delegados
gubernativos para controlar los ayuntamientos.
Para acabar esta toma del poder político promovió un nuevo partido, la Unión Patriótica, a la
que estaban obligados a pertenecer los miembros de ayuntamientos y diputaciones
provinciales. Este partido en la práctica venía a mantener el viejo sistema caciquil de la
Restauración ya que ahora algunos de los delegados en los ayuntamientos y de los
gobernadores civiles pertenecían a este partido único legal. Su ideología era claramente
conservadora –Dios, Patria, Religión, era su lema- por lo que sus miembros procedían del
antiguo carlismo, conservadores mauristas, católicos a los que se añadieron burgueses
industriales deseosos de contar con el apoyo del gobierno.
Su primer gran éxito y quizás el más importante fue la resolución del problema marroquí que
preocupaba a todas las clases sociales bien por tener que ir a luchar al frente (grupos
populares) bien por los enormes gastos que la Guerra producía. En septiembre de 1925 y
en unión del ejército francés, que controlaba la otra parte de Marruecos, se produjo el
desembarco en la bahía de Alhucemas que dividió en dos (tras una combinada operación
naval aérea y terrestre (una de las primeras de la historia)) el territorio del líder Abd-el-Krim
que al cabo de siete meses acabó por capitular y entregarse como prisionero a las tropas
francesas.
Tras este importante éxito se constituyó a finales de 1925 el Directorio Civil en el que
aparecerían miembros no militares como el Ministro de Hacienda, José Calvo Sotelo o el de
Fomento Conde de Guadalhorce, probablemente las dos piezas clave del mismo. En una
época en que toda Europa gozaba de excelente salud económica, “los felices 20”Primo de
Rivera aprovechó para introducir cambios fiscales que suponían más ingresos para el Estado
en concepto de capitales invertidos y derechos de sucesión, y para lanzarse a una
importante política de obras públicas: 7.000 km. de carreteras, aumento de la superficie en
regadío y de la red eléctrica llevada a cabo por las Confederaciones Hidrográficas,
introducción de nueva técnicas agrarias, etc.
Así mismo el estado intervenía en política económica exterior gravando con fuertes aranceles
a las empresas extranjeras o en política económica interior creando monopolios como
CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos) controladora de la
importación, refinado y distribución del petróleo.
Igualmente se intervendría en política social creando el seguro de maternidad o el subsidio a
las familias numerosas. Incluso se crearán comités paritarios de empresarios y trabajadores
para propiciar la estabilidad en el trabajo y la disminución de las huelgas. Estos últimos no
acabaría de funcionar por lo que poco a poco perdería el apoyo del movimiento obrero que
había colaborado con él que se va inclinando hacia las nuevas formas de gobierno de tipo
republicano.
También se van separando de él la burguesía catalana, por las defraudadas expectativas de
conseguir algún tipo de autonomía y por la persecución que sufre su lengua, prohibida por
ejemplo en actos eclesiásticos, y el propio ejército, fundamental en los orígenes de su
movimiento, por lo que consideraban un ataque al proponer Primo que los ascensos en el
cuerpo de artillería fueran motivados por méritos y capacidad y no por la antigüedad;
finalmente los estudiantes e intelectuales, que tampoco habían aceptado desde el principio el
régimen y que habían visto aumentar su desapego con decisiones como la destitución de
Miguel de Unamuno, el intelectual más crítico con el Régimen, del rectorado de la
Universidad de Salamanca que, además, había sido desterrado o un proyecto por el cual
estudios cursados en los jesuitas de Deusto o en los agustinos de El Escorial se
consideraban con valor universitario.
Tras la renuncia de Primo de Rivera (enero del 30), el Rey nombra jefe del gobierno al general
Berenguer, el antiguo procesado por Annual, con dos tareas específicas:
Volver al sistema liberal interrumpido por la Dictadura, es decir la Constitución del 76 y las
elecciones más o menos fraudulentas.
Salvar la figura de Alfonso XIII evitando que recayeran sobre el rey responsabilidades por el
golpe de estado y los seis años de Dictadura , algo muy difícil de lograr pues el monarca era
cada vez más asociado a ella y, por lo tanto, impopular entre ciertos sectores de la clase
media y los propios obreros.
A comienzos del 31, y ante la imposibilidad de Berenguer, es relevado por el almirante Aznar
que convoca elecciones municipales para el 12 de abril como primer paso hacia unas
elecciones generales. Estos comicios ven el triunfo de los candidatos republicanos en todas
las grandes ciudades del país lo que constituía un plebiscito antimonárquico. El rey descartó
la resistencia por la fuerza y se exiliaría dando paso el 14 de abril a la II República española
donde Alcalá Zamora de forma provisional asumiría el máximo poder del Estado.
Hay que destacar la gran importancia jugada por el Pacto de San Sebastián (agosto 1930)
en estos acontecimientos. En él se reunieron regionalistas, republicanos históricos, socialista
e incluso constitucionalistas desencantados con la actuación del Rey. Se formulan, entonces,
dos grandes vías: revolucionaria, que llevaría a los pronunciamientos frustrado de Jaca,
terminados con el fusilamiento de los capitanes Galán y García Hernández, y política con
grandes mítines y artículos en la prensa claramente antimonárquicos.
Se formó un comité revolucionario integrado por Alcalá Zamora, Maura, Domingo, Prieto,
Azaña, Albornoz y De los Ríos, los que luego se harían cargo del gobierno provisional, que
lanzaron un manifiesto para derribar a la monarquía acabando por lograrlo en las ya citadas
elecciones municipales de abril.
14.1. Panorama general del reinado de Alfonso XIII. Intentos de modernización. El Regeneracionismo. Crisis y quiebra del sistema de la Restauración. L
Tras los sucesos del 98, la venta y pérdida de los últimos restos coloniales españoles
especialmente Cuba y Filipinas, producidos bajo la regencia de su madre María Cristina de
Habsburgo, el inicio del reinado de Alfonso XIII está marcado por los intentos revisionistas de
Maura y Canalejas.
El primero centrado en la Ley de las Mancomunidades y en quitar poder a los caciques
acabaría frustrado por los propios diputados restauradores antes de que la Semana Trágica
obligará a Maura a dimitir. Le sucede Canalejas en la intención renovadora con un amplio
programa del que destaca la Ley de Órdenes Religiosas también frustrada a la larga en la
Cámara antes de su asesinato por un anarquista en Madrid.
Dato y Romanones son los últimos que intentan arreglar la situación pero la crisis de 1917
muestra la imposibilidad de conciliar caciquismo con las propuestas de regionalistas y
republicanos; el descontento de los militares, hasta ahora bien integrados en el sistema
restaurador, y la primera gran huelga general del movimiento obrero español en el
emblemático año de 1917.
Tras ellos los gobiernos se suceden unos tras otros si aportar nada a la marcha del país. Es
más la situación se deteriora en Marruecos con el desastre de Annual en 1919 cuya
depuración de responsabilidades, junto a la situación del orden público en Cataluña, está en
la base del pronunciamiento de Primo de Rivera
Durante sus años en el poder, y al hilo de la bonanza de los felices años 20, se
producen avances en obras públicas como carreteras y pantanos y se llega a una “paz” de
orden público y social que contrasta fuertemente con la situación anterior, especialmente en
Cataluña. Por conseguir Primo logró acabar con el problema de Marruecos tras el
desembarco en Alhucemas.
Pero, poco a poco, los obreros que habían colaborado con él le van abandonando
como lo hizo la burguesía catalana y, al final, el propio ejército hasta llevarle a una situación
de difícil gestión que culmina con su exilio y dos frustrados intentos de volver a la normalidad
con Berenguer y Aznar que no impedirían la llegada de la II República.
Entre 1902 y 1908 se produce la toma de contacto de Alfonso XIII con la realidad. Es un
momento de inestabilidad gubernamental y de expresión de deseos de regenerar el sistema
desde dentro y fuera de éste como lo hizo Joaquín Costa cuando, a raíz del desastre del 98,acusaba a los políticos de haber abandonado la nación en beneficio de los poderosos.
Aquellos, por su parte, atraviesan problemas de liderazgo, después de Cánovas y Sagasta,
hasta que en torno a 1910 les sucedan Maura y Canalejas respectivamente.
Será Maura el primero que logre cierta estabilidad política para llevar a cabo una política de
“revolución desde arriba” entre 1907 y 1909. Entre sus proyectos destaca su intento de
entenderse con el catalanismo político personificado en la LLiga y su dirigente Cambó. A
ellos les iría destinada una ley que permitía el mancomunamiento de entidades locales y
provinciales que no logró hacerse aprobar por las Cortes.
Éstas seguían dominadas por los caciques a los que intentó quitar peso electoral declarando
obligatorio el voto (para evitar que forzaran a la gente a no hacerlo) y haciendo que los
escaños con un solo candidato se adjudicarán automáticamente (para evitar que hubiera una
falsa lucha electoral) a pesar de lo cual su resultado no sería el esperado. Además Maura
elaboró otras leyes importantes como las relativas a lograr la reconstrucción del poder naval
español o las relacionadas con el establecimiento de inspecciones de trabajo. Su labor sería
frenada, finalmente, por los sucesos de la Semana Trágica Catalana y la polémica
internacional sobre el fusilamiento de Ferrer i Guardia, que dan paso a una época liberal.
Ésta se personificaría en José Canalejas quien también intentaría cambiar el sistema desde
arriba entre 1910 y 1912: establecimiento de jornadas de 9 horas en las minas, regulación
del trabajo femenino, abolición del impuesto de “consumos” sustituido por otro relacionado
con las rentas urbanas, es decir cambiando un impuesto indirecto (e impopular) por otro
directo y progresivo (más justo y equitativo). Además intentó evitar la sustitución en el caso
del servicio militar algo que sólo logró para casos de guerra cuando todo el mundo debía
incorporarse.
Canalejas, antes de su asesinato en 1912, estableció una ley que limitaba la expansión de
las órdenes religiosas y que tenía por objetivo que monjes franceses, y extranjeros en
general, huyendo de sus leyes, se establecieran en el país. Sin embargo una posterior ley
sobre garantías a las asociaciones, que debía ser aprobada para que el texto sobre órdenes
religiosas entrara en vigor, no consiguió salir adelante con lo cual los religiosos siguieron
estableciéndose sin problemas.
A su muerte se comienza a ver la crisis del turnismo por más que figuras como Romanones
o Dato intentarán un nuevo relevo en el liderazgo de los partidos a pesar de que sí se
aprueben ahora leyes como la de las Mancomunidades o se afiance el Protectorado en
África: la triple crisis militar, política y social de 1917 es buena prueba de ello. Después de
ésta numerosos gabinetes, a menudo muy breves, intentarán enderezar la situación pero se
encuentran con su propia debilidad (producto del fraccionamiento interno de los partidos) la
propia envergadura de los problemas, singularmente los relativos a las protestas obreras
(especialmente en Cataluña) y el deterioro de la situación africana tras el desastre de Annual,
hechos todos ellos, junto a un hastío en la opinión pública y en el pensamiento del Rey, que
hicieron posible la llegada tan pacífica de la Dictadura de Primo de Rivera en septiembre de
1923.
Inicialmente es un movimiento de opinión que propone soluciones ante la crisis generada por
la derrota colonial del 98. Creen que el sistema ha fracasado pero no está agotado.
Simplemente no ha conectado con las masas del país al ser un sistema de minorías: contar
con aquellas es paso previo para regenerar el sistema.
Joaquín Costa ( 1846-1911) es el formulador de una nueva política que defendía el
alejamiento de los intereses de la oligarquía y la introducción de políticas nuevas en materia
de construcción de carretera , obras hidraúlicas, creación de escuelas, redistribución de la
tierra, etc. y todo ello mediante la captación del voto de las masas apartadas del sistema.
Costa buscaba conciliar capital y trabajo y apoyarse en las clases medias para acabar con la
“guerra” entre patronos y obreros. Le interesaba la europeización del país pero también la
autonomía local. Busca restablecer el colectivismo agrario tradicional tan dañado por la
desamortización de bienes comunales.
Intentó articular un movimiento político a partir de la Unión Nacional de Productores
poniendo especial atención en evitar una revolución social creando la figura del “cirujano de
hierro” que llevara la nación hacia el progreso. Fracasó porque quiso hacer un partido político
independiente que formara parte, incluso, del consejo de ministros, aunque sus ideas
quedaron como patrimonio común de derechas e izquierdas: la figura del “cirujano de hierro”
atraería poderosamente a los futuros dictadores tanto como a la izquierda republicana de los
años 20.
Además de Costa los escritores de la “generación del 98” describirían ese alejamiento entre
política oficial y vida real o la reflexión sobre la identidad nacional y el atraso con respecto a
Europa.
La actitud de Unamuno, Baroja, Machado, Maeztu y otros no trascendió políticamente al no
presentar propuestas concretas aunque sí aportaciones individuales de carácter moral y
social: el concepto de Machado de “las dos Españas” entendido como una lucha entre el
librepensamiento europeísta y el tradicionalismo católico o simplemente entre el
analfabetismo rural y las grandes ciudades es buena prueba de ello.
La crisis de 1909 se nota especialmente en Barcelona y Cataluña, las dos zonas más
industrializadas del país donde recibe el nombre de Semana Trágica. Conoce
manifestaciones de protesta extremas como el levantamiento de barricadas en las calles, la
quema de conventos o el corte de comunicaciones con España. Será respondida con la
declaración del estado de guerra y la represión del ejército con cinco obreros fusilados y la
ejecución del pedagogo libertario Ferrrer i Guardia al que por sus ideas se consideraba
instigador de los hechos.
El origen de la misma tiene que ver con la llamada a los reservistas para pelear en
Marruecos. La mayoría de ellos estaban casados, tenían hijos y no querían ir a luchar a una
guerra donde pensaban sólo se servían intereses de los militares que buscaban ascensos o
los intereses mineros del Rif. A ello se le añadirá el tradicional descontento obrero por su
mala situación económico-social y un fuerte anticlericalismo alimentado por Lerroux y la
tradición anarquista catalana.
Aparte de los muertos y detenidos (más de 1000) la Semana Trágica trajo consigo la caída
del conservador Maura, el encuentro entre republicanos y socialista (que se hará más
patente en el 31) y la mala imagen de España en el extranjero como consecuencia del
fusilamiento de Ferrer que dio pié a hablar de nuevo de la tradición inquisitorial española.
1917 es el momento más duro de la Restauración, aquél en que las fuerzas mantenidas al
margen, movimiento obrero, regionalismo y socialismo toman un protagonismo de primer
orden. La presión del sistema se acentuará cuando uno de sus principales logros, haber
mantenido a los militares en sus cuarteles después de los continuos pronunciamientos del
XIX, salte también por los aires con las Juntas de Defensa Militares establecidas ahora.
De alguna manera podemos decir que el 17 es preludio de lo que vendrá después, de la II
República protagonizada obviamente por republicanos pero también por nacionalistas y
movimiento obrero presentes los primeros y segundos en la Asamblea de Parlamentarios;
actores los terceros de la primera gran huelga política de la Restauración. Por su parte los
militares anuncian la vuelta a los pronunciamientos del s, XIX que no tardarán, en forma
distinta lógicamente, en volver con las Dictaduras de Primo de Rivera y del General Franco
después.
Podemos considerar, por lo tanto, que esta fecha marca una oportunidad perdida para una
posible democracia española libre del parlamentarismo caciquil por un lado y de la tutela
militar por otro, democracia que integraría, además, sin sobresaltos las propuestas más
básicas del movimiento obrero.
Es la voluntad de otros que España recupere en algo su condición perdida de país colonial.
Es, pues, la desconfianza entre Gran Bretaña y Francia por el control del Estrecho el origen
de la presencia militar en Marruecos.
Eso sí la dominación española, como se vio desde el primer momento, iba a costar mucha
sangre en la pacificación y mantenimiento y pronto se incorporarían a la mentalidad popular
nombres como el del Barranco del Lobo o el del Gurugú, sinónimos de tragedias y
desgracias.
En la Península esta aventura causó poco entusiasmo desde el principio excepto, quizás,
entre los beneficiarios de las minas del Rif. Por otra parte constituyó una fuente de
problemas tan graves como la Semana Trágica catalana, reservistas que se niegan a volver a
Africa, o la propia Dictadura de Primo de Rivera conectada con el Informe Picasso sobre el
desastre de Annual.
Marruecos es clave, por último, en la historia española por ser lugar de formación de
muchos de los generales que habían de protagonizar la Guerra Civil española, muchas veces
acompañados por tropas africanas que jugarían un papel de fuerza de choque nada
desdeñables.
En 1919 y ante la lentitud de los avances en pacificar Marruecos se hicieron cargo de las
operaciones los generales Silvestre y Berenguer que, al principio, consiguieron algunos éxitos
aunque pronto hubo de enfrentarse al levantamiento de Abd-el-krim.
Alentado por sus éxitos, y quizás por Alfonso XIII, el general Silvestre imtentó llegar al punto
clave de Alhucemas acumulando sus tropas en Annual en posiciones difíciles de defender y
separado de su retaguardia.
Como las cosas no parecían ir bien decidió evacuar la fortaleza, acción nefasta en la que
perecieron 12.000 soldados españoles generando una enorme campaña de protesta en el
país donde se exigió desde la retirada de Marruecos hasta un juicio por lo sucedido.
El juicio, que nunca llegó a celebrarse se basaba en el Informe del General Picasso que
encontró numerosas responsabilidades, entre ellas las del propio Berenguer. Todas estas
responsabilidades quedaron olvidadas tras la Dictadura de Primo de Rivera en cuyo origen
está el desastre como una causa importante que buscaba evitar el desprestigio del ejército.
especialmente Cuba y Filipinas, producidos bajo la regencia de su madre María Cristina de
Habsburgo, el inicio del reinado de Alfonso XIII está marcado por los intentos revisionistas de
Maura y Canalejas.
El primero centrado en la Ley de las Mancomunidades y en quitar poder a los caciques
acabaría frustrado por los propios diputados restauradores antes de que la Semana Trágica
obligará a Maura a dimitir. Le sucede Canalejas en la intención renovadora con un amplio
programa del que destaca la Ley de Órdenes Religiosas también frustrada a la larga en la
Cámara antes de su asesinato por un anarquista en Madrid.
Dato y Romanones son los últimos que intentan arreglar la situación pero la crisis de 1917
muestra la imposibilidad de conciliar caciquismo con las propuestas de regionalistas y
republicanos; el descontento de los militares, hasta ahora bien integrados en el sistema
restaurador, y la primera gran huelga general del movimiento obrero español en el
emblemático año de 1917.
Tras ellos los gobiernos se suceden unos tras otros si aportar nada a la marcha del país. Es
más la situación se deteriora en Marruecos con el desastre de Annual en 1919 cuya
depuración de responsabilidades, junto a la situación del orden público en Cataluña, está en
la base del pronunciamiento de Primo de Rivera
Durante sus años en el poder, y al hilo de la bonanza de los felices años 20, se
producen avances en obras públicas como carreteras y pantanos y se llega a una “paz” de
orden público y social que contrasta fuertemente con la situación anterior, especialmente en
Cataluña. Por conseguir Primo logró acabar con el problema de Marruecos tras el
desembarco en Alhucemas.
Pero, poco a poco, los obreros que habían colaborado con él le van abandonando
como lo hizo la burguesía catalana y, al final, el propio ejército hasta llevarle a una situación
de difícil gestión que culmina con su exilio y dos frustrados intentos de volver a la normalidad
con Berenguer y Aznar que no impedirían la llegada de la II República.
Entre 1902 y 1908 se produce la toma de contacto de Alfonso XIII con la realidad. Es un
momento de inestabilidad gubernamental y de expresión de deseos de regenerar el sistema
desde dentro y fuera de éste como lo hizo Joaquín Costa cuando, a raíz del desastre del 98,acusaba a los políticos de haber abandonado la nación en beneficio de los poderosos.
Aquellos, por su parte, atraviesan problemas de liderazgo, después de Cánovas y Sagasta,
hasta que en torno a 1910 les sucedan Maura y Canalejas respectivamente.
Será Maura el primero que logre cierta estabilidad política para llevar a cabo una política de
“revolución desde arriba” entre 1907 y 1909. Entre sus proyectos destaca su intento de
entenderse con el catalanismo político personificado en la LLiga y su dirigente Cambó. A
ellos les iría destinada una ley que permitía el mancomunamiento de entidades locales y
provinciales que no logró hacerse aprobar por las Cortes.
Éstas seguían dominadas por los caciques a los que intentó quitar peso electoral declarando
obligatorio el voto (para evitar que forzaran a la gente a no hacerlo) y haciendo que los
escaños con un solo candidato se adjudicarán automáticamente (para evitar que hubiera una
falsa lucha electoral) a pesar de lo cual su resultado no sería el esperado. Además Maura
elaboró otras leyes importantes como las relativas a lograr la reconstrucción del poder naval
español o las relacionadas con el establecimiento de inspecciones de trabajo. Su labor sería
frenada, finalmente, por los sucesos de la Semana Trágica Catalana y la polémica
internacional sobre el fusilamiento de Ferrer i Guardia, que dan paso a una época liberal.
Ésta se personificaría en José Canalejas quien también intentaría cambiar el sistema desde
arriba entre 1910 y 1912: establecimiento de jornadas de 9 horas en las minas, regulación
del trabajo femenino, abolición del impuesto de “consumos” sustituido por otro relacionado
con las rentas urbanas, es decir cambiando un impuesto indirecto (e impopular) por otro
directo y progresivo (más justo y equitativo). Además intentó evitar la sustitución en el caso
del servicio militar algo que sólo logró para casos de guerra cuando todo el mundo debía
incorporarse.
Canalejas, antes de su asesinato en 1912, estableció una ley que limitaba la expansión de
las órdenes religiosas y que tenía por objetivo que monjes franceses, y extranjeros en
general, huyendo de sus leyes, se establecieran en el país. Sin embargo una posterior ley
sobre garantías a las asociaciones, que debía ser aprobada para que el texto sobre órdenes
religiosas entrara en vigor, no consiguió salir adelante con lo cual los religiosos siguieron
estableciéndose sin problemas.
A su muerte se comienza a ver la crisis del turnismo por más que figuras como Romanones
o Dato intentarán un nuevo relevo en el liderazgo de los partidos a pesar de que sí se
aprueben ahora leyes como la de las Mancomunidades o se afiance el Protectorado en
África: la triple crisis militar, política y social de 1917 es buena prueba de ello. Después de
ésta numerosos gabinetes, a menudo muy breves, intentarán enderezar la situación pero se
encuentran con su propia debilidad (producto del fraccionamiento interno de los partidos) la
propia envergadura de los problemas, singularmente los relativos a las protestas obreras
(especialmente en Cataluña) y el deterioro de la situación africana tras el desastre de Annual,
hechos todos ellos, junto a un hastío en la opinión pública y en el pensamiento del Rey, que
hicieron posible la llegada tan pacífica de la Dictadura de Primo de Rivera en septiembre de
1923.
Inicialmente es un movimiento de opinión que propone soluciones ante la crisis generada por
la derrota colonial del 98. Creen que el sistema ha fracasado pero no está agotado.
Simplemente no ha conectado con las masas del país al ser un sistema de minorías: contar
con aquellas es paso previo para regenerar el sistema.
Joaquín Costa ( 1846-1911) es el formulador de una nueva política que defendía el
alejamiento de los intereses de la oligarquía y la introducción de políticas nuevas en materia
de construcción de carretera , obras hidraúlicas, creación de escuelas, redistribución de la
tierra, etc. y todo ello mediante la captación del voto de las masas apartadas del sistema.
Costa buscaba conciliar capital y trabajo y apoyarse en las clases medias para acabar con la
“guerra” entre patronos y obreros. Le interesaba la europeización del país pero también la
autonomía local. Busca restablecer el colectivismo agrario tradicional tan dañado por la
desamortización de bienes comunales.
Intentó articular un movimiento político a partir de la Unión Nacional de Productores
poniendo especial atención en evitar una revolución social creando la figura del “cirujano de
hierro” que llevara la nación hacia el progreso. Fracasó porque quiso hacer un partido político
independiente que formara parte, incluso, del consejo de ministros, aunque sus ideas
quedaron como patrimonio común de derechas e izquierdas: la figura del “cirujano de hierro”
atraería poderosamente a los futuros dictadores tanto como a la izquierda republicana de los
años 20.
Además de Costa los escritores de la “generación del 98” describirían ese alejamiento entre
política oficial y vida real o la reflexión sobre la identidad nacional y el atraso con respecto a
Europa.
La actitud de Unamuno, Baroja, Machado, Maeztu y otros no trascendió políticamente al no
presentar propuestas concretas aunque sí aportaciones individuales de carácter moral y
social: el concepto de Machado de “las dos Españas” entendido como una lucha entre el
librepensamiento europeísta y el tradicionalismo católico o simplemente entre el
analfabetismo rural y las grandes ciudades es buena prueba de ello.
La crisis de 1909 se nota especialmente en Barcelona y Cataluña, las dos zonas más
industrializadas del país donde recibe el nombre de Semana Trágica. Conoce
manifestaciones de protesta extremas como el levantamiento de barricadas en las calles, la
quema de conventos o el corte de comunicaciones con España. Será respondida con la
declaración del estado de guerra y la represión del ejército con cinco obreros fusilados y la
ejecución del pedagogo libertario Ferrrer i Guardia al que por sus ideas se consideraba
instigador de los hechos.
El origen de la misma tiene que ver con la llamada a los reservistas para pelear en
Marruecos. La mayoría de ellos estaban casados, tenían hijos y no querían ir a luchar a una
guerra donde pensaban sólo se servían intereses de los militares que buscaban ascensos o
los intereses mineros del Rif. A ello se le añadirá el tradicional descontento obrero por su
mala situación económico-social y un fuerte anticlericalismo alimentado por Lerroux y la
tradición anarquista catalana.
Aparte de los muertos y detenidos (más de 1000) la Semana Trágica trajo consigo la caída
del conservador Maura, el encuentro entre republicanos y socialista (que se hará más
patente en el 31) y la mala imagen de España en el extranjero como consecuencia del
fusilamiento de Ferrer que dio pié a hablar de nuevo de la tradición inquisitorial española.
1917 es el momento más duro de la Restauración, aquél en que las fuerzas mantenidas al
margen, movimiento obrero, regionalismo y socialismo toman un protagonismo de primer
orden. La presión del sistema se acentuará cuando uno de sus principales logros, haber
mantenido a los militares en sus cuarteles después de los continuos pronunciamientos del
XIX, salte también por los aires con las Juntas de Defensa Militares establecidas ahora.
De alguna manera podemos decir que el 17 es preludio de lo que vendrá después, de la II
República protagonizada obviamente por republicanos pero también por nacionalistas y
movimiento obrero presentes los primeros y segundos en la Asamblea de Parlamentarios;
actores los terceros de la primera gran huelga política de la Restauración. Por su parte los
militares anuncian la vuelta a los pronunciamientos del s, XIX que no tardarán, en forma
distinta lógicamente, en volver con las Dictaduras de Primo de Rivera y del General Franco
después.
Podemos considerar, por lo tanto, que esta fecha marca una oportunidad perdida para una
posible democracia española libre del parlamentarismo caciquil por un lado y de la tutela
militar por otro, democracia que integraría, además, sin sobresaltos las propuestas más
básicas del movimiento obrero.
Es la voluntad de otros que España recupere en algo su condición perdida de país colonial.
Es, pues, la desconfianza entre Gran Bretaña y Francia por el control del Estrecho el origen
de la presencia militar en Marruecos.
Eso sí la dominación española, como se vio desde el primer momento, iba a costar mucha
sangre en la pacificación y mantenimiento y pronto se incorporarían a la mentalidad popular
nombres como el del Barranco del Lobo o el del Gurugú, sinónimos de tragedias y
desgracias.
En la Península esta aventura causó poco entusiasmo desde el principio excepto, quizás,
entre los beneficiarios de las minas del Rif. Por otra parte constituyó una fuente de
problemas tan graves como la Semana Trágica catalana, reservistas que se niegan a volver a
Africa, o la propia Dictadura de Primo de Rivera conectada con el Informe Picasso sobre el
desastre de Annual.
Marruecos es clave, por último, en la historia española por ser lugar de formación de
muchos de los generales que habían de protagonizar la Guerra Civil española, muchas veces
acompañados por tropas africanas que jugarían un papel de fuerza de choque nada
desdeñables.
En 1919 y ante la lentitud de los avances en pacificar Marruecos se hicieron cargo de las
operaciones los generales Silvestre y Berenguer que, al principio, consiguieron algunos éxitos
aunque pronto hubo de enfrentarse al levantamiento de Abd-el-krim.
Alentado por sus éxitos, y quizás por Alfonso XIII, el general Silvestre imtentó llegar al punto
clave de Alhucemas acumulando sus tropas en Annual en posiciones difíciles de defender y
separado de su retaguardia.
Como las cosas no parecían ir bien decidió evacuar la fortaleza, acción nefasta en la que
perecieron 12.000 soldados españoles generando una enorme campaña de protesta en el
país donde se exigió desde la retirada de Marruecos hasta un juicio por lo sucedido.
El juicio, que nunca llegó a celebrarse se basaba en el Informe del General Picasso que
encontró numerosas responsabilidades, entre ellas las del propio Berenguer. Todas estas
responsabilidades quedaron olvidadas tras la Dictadura de Primo de Rivera en cuyo origen
está el desastre como una causa importante que buscaba evitar el desprestigio del ejército.
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