domingo, 28 de febrero de 2010

12.6. La Regencia de María Cristina de Habsburgo y el turno de partidos. La oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo.

La oposición al sistema: republicanismo y desarrollo del movimiento obrero.
Tras la experiencia negativa de la caótica I República los distintos grupos republicanos siguen
igual: muy divididos entre sí a pesar de tener un ideario relativamente común. Se consideran fiera
del sistema por defender otra forma de gobierno, son religiosamente heterodoxos y proceden casi
todos de la intelectualidad de clase media. Sin embargo forman grupos dispares desde los posibilistas,
capitaneados por Castelar, que son partidarios del orden social y la unidad nacional, hasta los
progresistas- demócratas de Ruiz-Zorrilla partidarios de acciones subversivas contra el gobierno; en
medio se situarían los republicano-federales, los mejor organizados y los más próximos al movimiento
obrero (toleraban las huelgas pacíficas) al que finalmente irán a parar algunos de sus militantes.
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En general su número es escaso en las primeras Cortes de la Restauración teniendo además el
hándicap de que hablaban casi siempre en nombre propio. A pesar de ello políticos como el ya citado
Castelar contribuirán a la apertura llevada a cabo por Sagasta en la década de los 90.
El movimiento obrero está prohibido en España tras el golpe del general Pavía en 1874. Dos
años antes en un Congreso celebrado en Zaragoza de la sección española de la AIT se habían perfilado
las dos grandes orientaciones ideológicas en las que luego se dividirán los obreros españoles,
Por un lado los grupos anarquistas, separados de cualquier línea política (lo que no les impidió
participar en el movimiento cantonalista con los federales intransigentes) triunfante tras la desconfianza
que las incumplidas promesas del 68 (ley de asociaciones, falta de mejoras sociales)e incluso la
represión final por parte de los herederos de la revolución. En la corriente mayoritaria muy extendida
por Aragón, Levante y Andalucía, predomina en un principio la necesidad de acabar con el estado
opresor (algo que se hará prioritario a los cambios sociales hasta su legalización en 1881). Tras
ésta se va a producir un enfrentamiento en el seno de la nueva organización, denominada Federación
de Trabajadores de la región Española, entre los partidarios de la huelga general pacífica., fundamentalmente
el núcleo catalán, y los partidarios de continuar con la violencia como los andaluces
asociados por la policía a la Mano Negra, supuesta organización radical, secreta y violenta acusada
de querer acabar con las clases conservadoras (a pesar de que ellos negaban la existencia de la organización,
algo que hoy en día sigue sin estar claro) lo que le significó una persecución notable por
parte de las autoridades, acoso extendido luego a todo el movimiento anarquista.
El otro gran grupo que sale del Congreso de Zaragoza es la corriente socialista de clara inspiración
marxista que sí aceptaba la validez de la vía política para conseguir sus objetivos. Implantada
inicialmente en Madrid se extendería después a otras partes especialmente a la periferia norte, Asturias
y P. Vasco. Desde el 2 de mayo de 1879 cuentan con un partido, el PSOE, fundado por el tipógrafo
madrileño Pablo Iglesias, con tres bases para el triunfo del proletariado:
Posesión del poder político por el proletariado así como la desaparición de la propiedad privada
transformada ahora en propiedad colectiva.
Abolición de todas las clases sociales y formación de una sola, formada por trabajadores libres e
iguales
Lucha por mejorar las condiciones de vida: libertad de asociación, jornada de 8 horas diarias,
igualdad salarial de hombre y mujeres, sufragio universal.
Su línea de acción sería básicamente política ya que se pretendían alcanzar todos estos objetivos
ganando las elecciones en solitario y, tras sus pobres resultados electorales en alianza con partidos
burgueses, idea cristalizada sólo a partir de 1910 con la formación de una conjunción republicano-socialista
que lograría un diputado para su líder Pablo Iglesias.
Antes de esto y tras la crisis de 1887 fue fundada la Unión General de Trabajadores (Barcelona
1883) como una organización de federaciones de oficios con relativa autonomía en sus distintas ramas.
Básicamente se trataba de crear una organización preocupada por las mejoras en las condiciones
de vida y de trabajo de los obreros, una organización partidaria de la negociación pero también
de la huelga aunque alejada de los fenómenos de tipo violento propios del mundo anarquista.
A pesar de ello la mayor presencia social la tienen los anarquistas con su política violenta de asesinatos
a presidentes del gobierno (Cánovas en Cestona) y bombas indiscriminadas como la lanzada
en el Liceo (1893) de Barcelona o al paso de la comitiva real en la boda de Alfonso XIII (Madrid
1906) aunque en todos estos casos haya importantes razones personales de los terroristas (venganzas
por sentencias judiciales o torturas policiales) más que una organización premeditada.
Regionalismo y nacionalismo.
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El sistema político liberal del siglo XIX nace en medio de una guerra civil (La I Guerra Carlista)
razón por la cual va a estar fuertemente impregnado de pensamiento militar, por un lado, y de pensamiento
centralizador por otro. Por ambas razones se trataba de defender un estado fuertemente
dividido no en función de las distintas comunidades preexistentes sino en las nuevas provincias
creadas por Javier de Burgos en 1833.
La burocracia al servicio de este estado se limitaría en adelante a trasladar las decisiones del gobierno
hacia la periferia sin que existiera una línea de interés recíproco. También la redacción de historias
generales de España que mostraban la importancia de los elementos cohesionadores de la nación
por encima de cualquier contenido, realizadas como en Europa por intelectuales conservadores,
contribuyó a afirmar la realidad de ese estado centralista.
Frente a esto y a partir del último tercio del siglo comienza a afirmarse en la periferia un redescubrimiento
de lo plural especialmente importante en aquellas sociedades cuya industrialización había
hecho crecer notablemente la economía: fueron en principio fenómenos de tipo conservador ligados
al carlismo y, más atrás, al foralismo tradicional de la Corona de Aragón y el País Vasco (suspendido
definitivamente con la Constitución de 1876) defendido no por los elementos más importantes de la
nueva burguesía enriquecida, vinculada claramente a los representantes del centralismo, sino más
bien a los grupos intermedios de aquellas sociedades en las que, muchas veces, fueron utilizados,
por otra parte para presionar a Madrid y obtener ventajas económicas.
En Cataluña el movimiento regionalista arranca de un movimiento cultural, la Renaixença, planteado
en varios campos artísticos y culturales con el objetivo fundamental de recuperar el más amplio
uso de su lengua. A partir de ahí se articulará la afirmación de sus peculiaridades no desde la
perspectiva independentista sino autonomista. Incluso más. Antes que separar a Cataluña de España
se pretendía integrarla de tal modo que, en base a su importante grado de urbanización y progreso
industrial, fuera aquella la que transformara todo el país a su imagen y semejanza. Tal es el pensamiento
de Valentí Almirall (Lo catalanisme) la práctica política de Prat de la Riba y su Lliga de Catalunya
que ya a finales del siglo había presentado a la regente un programa que perseguía una amplia
autonomía para Cataluña a imagen y semejanza de la que Austria había acordado para Hungría.
En el País Vasco la situación es diferente ya que junto a la burguesía autonomista, partidaria del
concierto económico creado en sustitución de los fueros, hay otra más radical, independentista, relacionada
con el carlismo y la recuperación total de las leyes perdidas que representaban la herencia
de una edad dorada agraria anterior a la industria y la inmigración, razón por la cual esta dos últimas
se convertirán en enemigos suyos.
Así se ve en la obra de Sabino Arana fundador del PNV (cuyo lema era Dios y Ley Vieja) desde
una perspectiva claramente independentista, Sin embargo la necesidad de crecer en la nueva sociedad
producto de una acelerada industrialización llevará a esta línea radical a convivir con otra más
pactista partidaria de la autonomía al igual que la burguesía catalana. Se busca también rehacer España
a partir del País Vasco formulándose así las dos líneas que han convivido dentro del PNV en
relativo equilibrio hasta nuestros días.

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