lunes, 12 de abril de 2010

14.4. La Segunda República: el bienio radical-cedista. La Revolución de 1934. Las elecciones de 1936 y el Frente Popular.

Impresionados por la obra reformista del primer bienio, el segundo parece tener menos
presencia cuando se habla de la República a pesar de haber sido más duradero que el
anterior.
En él se dan hechos destinados a tener su trascendencia como la suspensión del estatuto
catalán o el pago a los sacerdotes rurales.
Sin embargo el hecho más relevante del sexenio se producirá, en el año 34 cuando se
produzca el intento revolucionario más importante de la época que tendría gran influencia
ideológica en el inmediato futuro.
Finalmente la República acaba con las elecciones generales ganadas en escaños por la
izquierda y la gran división del país que se acabaría traduciendo en una cruenta guerra civil
entre los partidarios de una España más tradicional y aquellos otros más relacionados con
las reformas e incluso con la revolución.
Impresionados por la obra reformista del primer bienio, este segundo parece tener menos
presencia cuando se habla de la República a pesar de haber sido más duradero que el
anterior.
En él se dan hechos destinados a tener su trascendencia como la suspensión del estatuto
catalán o el pago a los sacerdotes rurales.
Sin embargo el hecho más relevante del sexenio se producirá, en el año 34 cuando se
produzca el intento revolucionario más importante de la época que tendría gran influencia
ideológica en el inmediato futuro.
A comienzos de 1933 Lerroux da por terminada la etapa entre ambigüa y oportunista que
había mantenido desde las elecciones del año 31. Comenzó una búsqueda del poder político
en la que va a tener la ayuda de una parte del Partido Radical Socialista (la dirigida por
Gordón Ordás) en su idea de que los socialistas abandonaran el gobierno.
El inicio se corresponde con unas elecciones municipales en poblaciones rurales que aún no
tenían corporaciones elegidas cuyo resultado fue bastante desfavorable para la coalición
gubernamental (Azaña los llamó despectivamente “burgos podridos” aludiendo a su
condición de pequeños lugares conservadores) justo lo contrario de lo que ocurrió con el
Partido Radical. De ahí se derivó una acusación permanente de seguir gobernando sin
confianza el país.
Alcalá-Zamora que también estaba en contra del gobierno por su orientación en materia
religiosa, presionó como presidente de la República a Azaña para que remodelara el
gobierno, cosa que éste hizo aunque sin expulsar a los socialistas.
Algo más tarde y tras un nuevo fracaso electoral (la renovación de los vocales regionales del
Tribunal de Garantías Constitucionales) Azaña fue definitivamente sustituido en septiembre
del 33 dando paso a un gobierno de concentración republicana presidido por Lerroux que
pronto fue desalojado por una moción de censura a la que siguió el gobierno de otro radical,
Martinez Barrio, que da paso a la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas
elecciones.
A éstas los distintos partidos acuden de forma diferente: las derechas formando parte de una
coalición Unión de Derechas en la que iban juntos los partidos monárquicos tradicionales
(Renovación Española, Tradicionalistas y Partido Agrario) y la nueva organización de
derechas posibilista denominada CEDA y liderada por José María Gil-Robles; los socialistas
en solitario y el Partido Radical empeñado en mostrar su carácter centrista en varias
coaliciones desde los azañistas hasta los agrarios de derechas. A destacar el voto femenino
por primera vez en la historia del país y la abstención preconizada por el anarcosindicalismo
muy importante en algunas zonas de España.
Las elecciones de 1933 fueron ganadas por la CEDA (Confederación Española de Derechas
Autónomas) de Gil-Robles con 115 escaños y los radicales de Lerroux con 109 sumando
ambos casi la mitad de la cámara mientras Azaña se quedaba con 5 diputados y el PSOE
60.
Tras las elecciones se formaría un gabinete del Partido Radical apoyado por la CEDA que
procedería a desmontar parte de lo aprobado por los anteriores gobiernos republicanos
además de amnistiar a los participantes en el golpe de estado del 32
Así, por ejemplo, y en contra de la Constitución se aprobó el mantenimiento de los haberes
del clero en zonas rurales, se bloqueó la Reforma Agraria al exigirse indemnizaciones mucho
mayores para los expropiados al mismo tiempo que se recortaba el presupuesto para
asentamientos; se derogaba la Ley de Términos Municipales establecida para impedir que
jornaleros de otras partes pudieran con las huelgas convocadas en un sitio concreto.
Finalmente se paralizaba la construcción de nuevas escuelas públicas en todo el país.
Sin embargo el punto clave de este bienio se produce cuando en octubre del 34 hay tres
nuevos ministros de la CEDA, acción que fue respondida por la izquierda con la huelga
general. La razón para ello hay que buscarla, además de en lo ya realizado por radicales y
cedistas, en el ambiente europeo donde tanto Hitler como Döllfuss había accedido
democráticamente al poder siendo como eran movimientos fascistas (y que habían
perseguido, por ejemplo, a socialistas de sus países) a los que ahora se asimila a la CEDA.
La huelga anunciada es dirigida por los socialistas de la UGT que confiaban en paralizar
puntos tan importantes como Madrid, Vizcaya o Barcelona aunque sólo triunfa claramente en
Asturias donde los anarquistas se habían unido a la misma para organizar una nueva
organización colectiva: UHP (Uníos Hermanos Proletarios).
Allí se acabó enseguida con la resistencia de la Guardia Civil tras lo cual importantes
depósitos de armas pasaron a su poder. Es el momento en el cual la República llama en su
ayuda a las tropas africanas que, dirigidas por Franco y López-Ochoa, acabaron con la
rebelión resultando muertos más de 1000 civiles.
En Cataluña, como ya se ha dicho, la revolución fue muy importante pues a los obreros
socialistas y anarquistas se unió la propia Generalitat presidida por Companys que proclamó
el Estat Catalá independiente del español, algo que sólo duró medio día ya que rápidamente
el ejército estableció la legalidad republicana. En el posterior juicio Companys fue condenado
a 30 años de cárcel y el estatuto suspendido temporalmente.
Esta revolución frustrada radicalizaría a izquierdas y derechas. A unos por el deseo de ver
liberados a los procesados y por no haber visto cumplidos sus objetivos; a los otros por
haber conocido lo que podía ocurrir si la izquierda volvía al poder: de hecho la revolución de
octubre será uno de los pretextos para el golpe de estado de julio del 36 al haberse
establecido ahora un precedente de legitimación moral para una revolución o un golpe de
estado contra una mayoría democráticamente elegida.
Será, sin embargo, la crisis que sufre el Partido Radical la que precipita los acontecimientos
al verse salpicados sus personajes más importantes por escándalos de corrupción como el
estraperlo (sobornos para introducir un juego nuevo así llamado por sus inventores) o el caso
Nombela (malversación de fondos) lo que precipita las elecciones del 36.
Con la disolución de las segundas cortes republicanas se decretó que las elecciones se
celebrarían en febrero de 1936. Las declaraciones públicas antes de esa fecha fueron
subiendo de tono tal el caso de Francisco Largo Caballero (“Antes de la República nuestro deber era traer la República; pero establecido este régimen…nuestro deber es traer el
socialismo…revolucionario”).
El 15 de enero salió a la luz pública el Manifiesto del Frente Popular: amnistía para los
detenidos por la revolución de octubre del 34 y apoyo a la Constitución son dos de sus
elementos más destacados. Lo firmaban dos líneas: una marxista y otra relacionada con la
izquierda burguesa republicana, algo nunca esperado por la derecha republicana
Se contaba, además, con el apoyo de los anarquistas que deseaban sacar de la cárcel a
numerosos compañeros.
Mientras la derecha se presenta desunida a pesar de ciertos pactos locales que pudieron
hacerse entre monárquicos y cedistas para votar a un solo candidato. Incluso se dio el caso
de que la derecha apareciera unida a los radicales. Falange Española acudió en solitario.
Con todo esto, y las declaraciones subsiguientes que eran cada vez más tajantes, se
constató la división sociopolítica del país, algo para lo que se buscó remedio con un partido
de centro liderado por Manuel Portela Valladares.
Votó el 72% del censo y se produjo un importante empate a votos, Frente Popular 34,3% de
los votos; derechas coaligadas con centro 33,2 %, pero una gran diferencia en el número de
actas: 142 para la derecha (CEDA 96), 266 para la izquierda (PSOE:87; Izquierda
Republicana: 81) y 65 para el centro (25 para Portela y sólo 8 para los radicales). Azaña se
hizo inmediatamente con la presidencia del Consejo de Ministros ante la dimisión de Portela
en un gesto que para algunos significaba lo mejor que podía pasar mientras otros lo
calificaban como acto de revancha política.
Inmediatamente se decretó una amnistía para los condenados por la revolución del 34 así
como se devolvió a Cataluña su Estatuto. Además se procedió a la destitución de Alcalá-
Zamora, el presidente de la República, conservador y católico, y su reemplazo por Azaña,
maniobra que no acabaría de salir bien a la postre pues se sacó de un primer plano ejecutivo
a uno de los republicanos más capaces que debió ser sustituido por alguien de su confianza
aunque mucho menos preparado para lo que venía: Santiago Casares Quiroga un militante
de la galleguista ORGA.
En los pocos meses de vida democrática la coalición tuvo que enfrentarse a una gran
escalada verbal (incluso en el propio parlamento), a multitud de huelgas y otros problemas
tan graves como las quemas de iglesias y, sobre todo, al asesinato político como hecho
cotidiano (más de 100 en 4 meses).
Un ejemplo del clima existente es la “historia de los caramelos envenenados” que,
supuestamente unas malvadas damas catequistas distribuyeron a los niños obreros. El bulo
produjo el asalto a monjas y a ciertas mujeres bien vestidas que circulaban por Madrid
además de un número de incendios a iglesias y conventos
Por otra parte, y a pesar de acelerar la Reforma Agraria ( 500.000 ha/150.000 campesinos)
ésta apenas hizo algo más que legitimar las ocupaciones ya que, de hecho se iban
practicando por una izquierda muy radicalizada a la que correspondía una derecha ya
preparada para volver al poder mediante un golpe militar.

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