El reino granadino mantuvo prácticamente sus territorios desde el siglo XIII, salvo conquistas
cristianas como Gibraltar o Antequera. En él, las luchas internas eran frecuentes, pero se necesitó
un esfuerzo militar importante (quince mil jinetes y cincuenta mil infantes) para su conquista. Se
produjeron más asedios que batallas campales, y la utilización de la artillería fue muy importante. En
general, hubo un trato correcto con los vencidos, salvo en el caso de Málaga cuyos habitantes fueron
vendidos como esclavos al negarse a capitular. Tras un largo asedio cayó Baza en 1489 y, con ella, la
zona oriental y Almería, dominada por el Zagal, tío de Boabdil. Algunos aristócratas granadinos se
convirtieron para conservar rentas y dominios. Granada fue tomada en enero de 1492, diez años
después de comenzada la guerra. Las capitulaciones generales fueron generosas con los vencidos, a
pesar del espíritu de cruzada. Pero la convivencia duró poco: no se hicieron las conversiones
voluntariamente y el cardenal Cisneros utilizó métodos coactivos. Además, la imposición de
tributos no pactados alentó la revuelta. Sofocada en 1501, se obligó a la conversión o el exilio. Todo
ello supuso la pérdida de la mitad de la población granadina (150.000 hab.), parcialmente
compensada con cuarenta mil cristianos.
Navarra será anexionada a la Corona de Castilla en 1512, aprovechando las disputas por la
sucesión al trono navarro y el enfrentamiento entre España y Francia. Un ejército al mando del
duque de Alba invadirá Navarra que será incorporada a la Corona de Castilla, si bien mantendrá
fueros, instituciones y usos propios.
sábado, 21 de noviembre de 2009
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