sábado, 21 de noviembre de 2009

8.2. La Monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica.

Felipe II (1556-1598) fue el hijo y heredero de Carlos V. Pero su reinado tuvo características muy
diferentes. Felipe II fue un monarca absolutamente español, nacido y criado en Castilla. Tras la
abdicación de su padre los dominios austriacos fueron heredados por Fernando (hermano de Carlos
V). Por lo tanto Felipe gobernó en un imperio mucho más español. Su base fue la corona de
Castilla, donde situó la capital, Madrid, y su residencia en El Escorial. Sus principios fueron:
fortalecer el catolicismo y mantener el Imperio. Los problemas exteriores fueron continuos, con los
turcos, hasta el triunfo de Lepanto (1571); con los ingleses y la derrota de la Armada Invencible
(1588); Flandes y su deseo de independencia; su mayor triunfo fue la anexión de Portugal.
Portugal era un país con graves problemas económicos pero con enormes posesiones
ultramarinas. En 1578, el rey Sebastián de Portugal murió sin descendencia. Era un gran momento
para el viejo sueño de unir toda la Península bajo la misma corona. Felipe II consiguió que las
Cortes portuguesas le reconocieran sus derechos (Cortes de Tomar, 1581), pero hizo falta la fuerza
amenazadora del ejército. Se creó el Consejo de Portugal y el rey prometió respetar sus leyes,
instituciones y moneda. Con la unión, España tenía un nuevo poderío naval y el control de una parte
del litoral atlántico, pero estas ventajas fueron desaprovechadas. En 1640 se inició una revolución
que buscaba la independencia de España, que acabaría con la proclamación como rey del duque de
Braganza con el nombre de Juan IV.

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