Isabel y Fernando fortalecieron las instituciones bajomedievales que consolidaban el poder
monárquico. Así, en las ciudades potenciaron la figura del corregidor, que preside el ayuntamiento y
tiene funciones militares, judiciales y tributarias. En los diferentes reinos nombraron virreyes. Las
necesidades administrativas favorecieron la creación de nuevos Consejos, dando importancia
especial al de Castilla. Los secretarios fueron nombrados entre la baja nobleza y la burguesía,
desplazando del poder político a la alta nobleza. Para la administración de justicia reorganizaron las
Audiencias y potenciaron las Chancillerías (Valladolid y Granada). El Estado creado necesitaba
recursos importantes por lo que se reforzó la Hacienda (Contaduría Mayor). Las conquistas
emprendidas obligaron a una movilización militar importante, y la Santa Hermandad fue un esbozo
de ejército permanente. Las Cortes, diferentes en los distintos reinos, se reunieron cada vez menos,
siendo convocadas para recibir recursos de los súbditos. Propugnaron la unidad religiosa, y además
de la expulsión de judíos y la conversión forzosa de los mudéjares, crearon el Tribunal de la Santa
Inquisición (1478), que fue utilizado políticamente para reducir la disidencia y tenía jurisdicción
tanto en Castilla como en Aragón.
sábado, 21 de noviembre de 2009
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